Las riberas de Zaragoza han sido, recientemente, la huella perfecta de los efectos que tiene combinar que las aguas del Ebro bajen crecidas y que el cauce siga sin limpiarse y "dragarse", tal y como reivindican desde hace tiempo los vecinos de la zona. Así, toneladas de ramas, troncos, plásticos, cartones y demás materiales que ya estaban en el río y otros que incorpora la corriente cuando gana espacio en tierra firme acaban depositándose para siempre a ambos lados, ya sea en la capital aragonesa o en cualquier otro término municipal donde se queden anclados a su paso. Por ello, el Ayuntamiento de Zaragoza puso a trabajar a las Brigadas de Ríos y Canal de su contratista del servicio de limpieza viaria, FCC, y en solo siete días sacaron 8.000 kilos de residuos, aunque no serán los únicos, ya que los trabajos todavía no han terminado y quedan por despejar andadores, taludes y zonas de arbolado llenas de desperdicios.

Este servicio, además, lo presta el personal de la contrata de limpieza viaria, porque la Confederación Hidrográfica del Ebro solo se ocupa del cauce, el servicio de parques y jardines del tramo que hay entre los andadores del río y la calle, y de esa franja que inunda el río cuando gana caudal y que deja envuelta en lodo y residuos cuando se relaja, nadie parecía ser responsable.

Por eso se creó esa brigada en la concesionaria que se ocupa durante el año de un cuidado de estas zonas. Para ellos, 8.000 kilos en siete días es solo una punta de trabajo, porque cada año retiran "276 toneladas" de porquería de las riberas. Así lo aseguró a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN José Miguel Marco, encargado general de FCC, quien explicó que hay en total cuatro brigadas en el servicio que se dedican a la limpieza del Ebro, del Gállego, del Huerva y del Canal Imperial. Aunque en estos últimos días se han reforzado esfuerzos en el Ebro, con el doble de medios humanos y materiales.

La mayoría de los residuos --un un 90%-- son vegetales, aunque también se recogen plásticos de invernadero, toldos y lonas, colchones o jardineras, entre otros. Entre las zonas más afectadas, el entorno de la Expo, la zona de Helios, Vadorrey y la llamada Playa de los Ángeles en la zona de La Almozara.

En esta limpieza también se ha actuado o se intervendrá entre el puente de Hierro y Vadorrey y aguas abajo en Las Fuentes. O desde La Almozara hacia Monzalbarba, donde la última crecida llegó a obligar a desalojar a varias familias de sus hogares. Allí actuarán los servicios de limpieza ordinaria, la brigada del río solo en las zonas más próximas al cauce.

Aunque los daños de la riada del Ebro no solo afectan a la capital cincovillesa, sino que desde hace años tienen en pie de guerra a los agricultores y habitantes de los municipios por los que pasa, especialmente, los de la Ribera Alta del Ebro, que incluye municipios como el de Novillas, donde se registran con las crecidas cuantiosos daños.

Esta preocupación es la que manifestaron los vecinos de estas zonas, quienes impotentes ven como cada crecida les afecta más, al subir más el nivel de las aguas, aún registrándose datos menores a otras crecidas. El problema, dicen: la acumulación de gravas en el cauce. Esta opinión también la comparte Pablo Polo, un experto de la Asociación Cultural Iberflumen, quien acudió a una reunión en la que los vecinos de los municipios afectados, así como los vecinos de la Margen Izquierda del Ebro pusieron de manifiesto "algo que ya sabemos desde el 2005: la necesidad de dragar el Ebro para que los daños sean mayores".

Desde Iberflumen han llevado a cabo un estudio que demuestra esta afirmación, "algo que pusimos en conocimiento del pleno del Ayuntamiento de Zaragoza, pero no nos han hecho caso", precisa Polo, aún cuando se han mostrado "datos" que corroboran esta afirmación, algo que también "conocen el Confederación Hidrográfica del Ebro", indica el experto.

Pablo Polo indica que según los datos, "en esta última riada se registraron metros cúbicos de caudal similares a otras crecidas ordinarias", sin embargo, el nivel alcanzado por las aguas en algunos puntos, como el Puente de Piedra o el de La Almozara, "fueron mucho mayores", apostilla, "con diferencias de 0,80 y 0,90 metros en algunos momentos", comenta el experto, quien afirma que lo tiene claro: "la elevación de las aguas se debe a la acumulación de arrastres en el fondo".

Un ejemplo de ello es lo que desde Iberflumen llaman 'La isla de la vergüenza', que apareció en 2013 un poco más abajo del Puente de Piedra, "un espacio que calculamos estaba compuesto por 2.960 metros cúbicos de grava", comenta Pablo Polo. Este obstáculo "además de contribuir a la degradación estética del río más caudaloso de España, supone una aceleración de las aguas en los dos laterales que dificulta la utilización de dicho tramo por los piragüistas", comenta el especialista.

Y fuera de la capital de Aragón, la problemática del Ebro queda reflejada en los municipios ribereños, en cientos de campos anegados y viviendas con enseres inservibles. Con ello, "la economía de las familias de la zona se resiente, porque queda expuesta a las consecuencias de las riadas, incluso de las ordinarias", afirma Polo. Es por ello "todos los organismos implicados tendrían que intervenir para que estas situaciones no se diesen en la medida de lo posible", más cuando "se conocen los datos con antelación y esta problemática no es algo nuevo", concluye el experto de Iberflumen.