El tiempo que debería transcurrir para que se repitiera una avenida de las características de la registrada estos días es de 25 años, según los cálculos adelantados ayer por la Administración hidráulica. La extraordinaria riada es la cuarta de grandes dimensiones registrada desde 1926, pero presenta un comportamiento no equiparable al de sucesos anteriores.

El presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), José Vicente Lacasa, estableció ayer en 25 años el periodo de retorno (tiempo de posible repetición) de una avenida como la de estos días. También indicó que desde que se creó el organismo de cuenca, en 1926, se han registrado otras tres riadas de estas características: en 1961 (en que el Ebro llevó un 25% más de agua), en 1967 y en 1982 (menores que la primera).

El secretario de Estado de Aguas, Pascual Fernández, hizo notar que los cambios que han tenido lugar en el cauce del río (nuevas infraestructuras de defensa o de comunicación) modifican también el comportamiento de la riada, lo que da al traste con las previsiones. "No se ha producido ningún suceso semejante del que podamos aprender", comentó.

El alto cargo ministerial puso un ejemplo respecto a la variación del río. "Puede haber en el cauce entre medio metros y un metro más" que hace 42 años. Fernández insistió en que el cambio de ritmo de la avenida ha obligado a afrontarla, sobre la marcha, de un modo diferente al previsto en los primeros momentos.

OTROS CASOS Este suceso se ha producido apenas un mes después de la última avenida registrada en la cuenca (a principios del pasado diciembre), que tuvo unas dimensiones sensiblemente menores el Ebro alcanzó en Zaragoza los 4,44 metros y no llegó a los 2.000 metros cúbicos por segundo). En aquel caso, la crecida se debió a las fuertes lluvias caídas en las zonas alta y media de la cuenca, en un invierno que está siendo especialmente intenso en precipitaciones (también de nieve).

De hecho, los técnicos no se atreven a descartar otra avenida en este año hidráulico dada la cantidad de nieve que hay en la parte alta. En Cantabria están nevados los montes a partir de 700 metros, por lo que un nuevo brusco ascenso de las temperaturas repetiría de nuevo la situación, lo que no implica que las dimensiones fueran iguales.