El primer ministro británico, Tony Blair, necesita un colchón para calmar los ánimos en casa, donde se enfrenta no sólo a una opinión pública hostil a la guerra sino también a una rebelión en las propias filas laboristas. Por eso necesita arrancar a Bush el compromiso de que el Irak de después de Sadam no será un descarado protectorado de EEUU, sino que la ONU tendrá un papel relevante. Se lo pedirá en Camp David, pero no lo tendrá fácil. Bush apostó a todas cuando prescindió de la ONU y optó por la guerra, y no parece que vaya a renunciar a controlar la paz.