Los nervios de las ciudades contrincantes son el mejor termómetro para medir la fortaleza de la candidatura de Zaragoza a la Expo 2008. Sólo hay que consultar los periódicos de Trieste y de Salónica para corroborar esta sensación. Ahora bien, el verdadero trabajo de campo comienza ahora. Los delegados ya saben que España ofrece un proyecto solvente, sostenible, reutilizable y hasta divertido. Pero en este momento comienza una batalla menos vistosa y más efectiva, en la que hay que usar todos los medios a nuestro alcance para lograr los votos. Las competidoras no se van dormir en los laureles.