Los tres grandes sistemas de regadío aragoneses han dispuesto esta campaña de caudales notablemente inferiores --más de un 20%-- a los de años normales. Sin embargo, todos quedan lejos del 30% de reducción de las dotaciones que el Gobierno central exigía el año pasado para declararlos oficialmente en sequía, lo que daba derecho a ayudas y exenciones de pago.

Recortes de suministro superiores al 20%

El Canal de Aragón y Cataluña es el único de los grandes sistemas que ha dispuesto de menos agua que el año anterior. Desde el 1 de octubre del 2005 --inicio del año hidrológico-- al 31 de agosto pasado, tuvo --pese al vaciado de emergencia de Canelles-- de 411 hectómetros frente a los 522 del año pasado, cuando recibió un bombeo de socorro. La reducción frente a un año normal --550-- es del 25,27%. Riegos del Alto Aragón experimenta una clara mejora: pasa de los 511,16 hectómetros del año pasado a 711,19. Pero sigue lejos --un 20,97%-- de su promedio de 900. Bardenas se queda prácticamente como estaba, ya que únicamente añade 4,34 hectómetros a los 388,32 del año pasado. Supone un 22,75% menos de la media de los cinco años previos a la sequía, que se situó en 508,3.

En juego el pago de catorce millones de euros

El año pasado, el Gobierno central eximió del pago del canon de regulación y de las tarifas por la utilización del agua de los pantanos a los agricultores de Riegos del Alto Aragón --sus dotaciones se quedaron en el 40% de lo habitual después de dejar en barbecho un tercio de la tierra-- y, meses más tarde, a los de Bardenas --donde a la incapacidad del pantano de Yesa para cubrir sus necesidades se añade el crecimiento de la demanda causado por la extensión del regadío en 15.000 hectáreas mientras se discutía cómo se recrecía la presa--. La medida permitió ahorrar 7,8 millones de euros a los oscenses y 3,4 a los zaragozanos.

La situación fue totalmente inversa en el Canal de Aragón y Cataluña. Allí, el recorte de las dotaciones fue apenas del 5%, casi nada en un sistema que históricamente ha vivido con el agua al cuello por falta de recursos. Los regantes de esta comunidad pagan cada año 2,8 millones por el canon y las tarifas. A la factura del 2005 se le añaden los 3,57 millones --más gastos de funcionamiento-- del retrobombeo que les aportó 25 hectómetros del Ribagorzana.

La escasez encarece la factura del agricultor/b>Cuanta más sequía, más cara sale el agua de riego. La factura incluye dos conceptos --el canon de regulación y la tarifa por usar el agua-- con tres componentes: los gastos de explotación y mantenimiento de la infraestructura, la administración de las obras y su amortización. Su pago se reparte entre los usuarios --municipios, industrias, hidroeléctricas y regantes-- "en unidades de superficie cultivable, caudal, consumo de agua, energía o cualquier otro tipo de unidad adecuada al uso de que se trate". Los dos primeros pagan por el caudal que consumen y los energéticos, según su producción --mermada por segundo año consecutivo--. Los agricultores cubren el resto: su aportación crece cuando baja su disponibilidad de recursos.