A pesar de que todavía no han transcurrido tres años desde que se inició el desembarco de netbooks en las aulas de ESO de los centros públicos y concertados, los pocos estudios destinados a medir su impacto sobre el proceso de escolarización --entre ellos uno encargado por el Gobierno de Aragón-- han detectado entre sus efectos beneficiosos que los alumnos, sorpresivamente, mejoran su ortografía de forma más rápida. También leen más, según coinciden en destacar los expertos, algo que los agoreros de las nuevas tecnologías no podían llegar a imaginar.

Un trabajo de investigación en curso dirigido por Miquel Angel Prats, director del Centro de Tecnologías Educativas Ituarte, y el profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) --centro que ya elebaró el trabajo para la DGA--, Pere Marqués, ya detectó meses atrás las ventajas que reportaba durante el proceso de aprendizaje ortográfico "conocer el error justo en el momento en que se produce", en referencia a la función de autocorrección y evaluación casi automática de los ordenadores. Esa posibilidad permite "hacer muchos más ejercicios en el mismo tiempo", lo que redunda en una aceleración del aprendizaje. La comparación de los resultados en materia de adquisición de habilidades ortográficas entre un grupo de alumnos que durante el último curso se valió de las herramientas digitales y otro que no se sirvió de ellas decantó claramente la balanza a favor de los primeros.

Entre los objetivos de la segunda parte de la investigación en marcha de Prats y Marqués figura el de inventariar las repercusiones que el uso de libros digitales y netbooks tiene sobre la compresión lectora. No se trata de corroborar que se escribe más porque rehacer los textos redactados con ordenador resulta más fácil y los alumnos se animan a reescribirlos. El propio Marqués lo certifica en un informe colgado en la red: "Las herramientas que proporcionan las TIC (procesadores de textos y editores gráficos) facilitan el desarrollo de las habilidades de expresión escrita y gráfica".

Entender lo que se lee

Tampoco parece preciso constatar que los niños que usan el ordenador leen más que los que no lo hacen, una tesis que han suscrito especialistas como el maestro Saül Dalmau, que pasó de dirigir una escuela a ejercer de formador en nuevas tecnologías. "Ocurre que practican el ejercicio de la lectura con tipologías de texto diferentes, desde los mensajes hasta los anuncios, pasando por el cómic". De lo que se trata ahora es de comprobar si entienden lo que leen, o mejor dicho, si los ordenadores permiten adquirir un grado más elevado de dominio de esa competencia.

Los informes de evaluación de la experiencia digital en las aulas descubrieron también a hora muy temprana que el trabajo con netbooks elevaba la motivación, que en la mayoría de los alumnos actúa como un motor para el aprendizaje, lo que se traducía en un descenso de la conflictividad en las aulas, aunque posteriores investigaciones han descuidado dimensionar ese efecto.

Quedan infinidad de aspectos de esa experiencia por evaluar, lastrada en sus dos primeros años de andadura por los fallos en las conexiones a internet. Restan por despejar un cúmulo de interrogantes. Evaluar si el profesorado está sacando provecho de las nuevas tecnologías o los efectos sobre los rendimientos académicos que tiene la tentación por acceder a los juegos o refugiarse en las redes sociales en horas de clase, o durante el periodo destinado a la realización de tareas en casa. Pero ya nadie pone en cuestión que los portátiles, los libros y las pantallas digitales se han instalado en las aulas para quedarse.

Más aún en Aragón, donde la presencia de las nuevas tecnologías en las aulas se han convertido en una constante. La experiencia demuestra, según los expertos educadores, que los niños resuelven mejor los problemas que se plantean, tienen más capacidad para el trabajo en grupo, y además aprenden a buscar por su cuenta la información que precisan, lo que mejora la comprensión.

Sin desdeñar la necesidad de los libros de toda la vida, los ordenadores abren alternativas que pueden llevar a la educación a nuevas fronteras, con clases más participativas y con un papel más activo de los alumnos. Pese a las dudas que despertaron en un primer momento, estas herramientas se han convertido ya en piezas indispensables del sistema educativo aragonés, que ha abierto el camino, en este ámbito, a otras comunidades autónomas.