Gracias a la levísima mejora de las previsiones recaudatorias y a que el 2015 será un año electoral en el que hay que vender gestión e inversiones, el Gobierno central presentó ayer un proyecto de presupuestos en el que por primera vez en siete años el gasto en infraestructuras en Aragón crece. Será un 7% que a simple vista resultaría positivo si no llegara tras una caída paulatina de la inversión que en siete años ha sido del 70%. Y porque la media en las comunidades es del 14%. Eso sí, como exigió el PAR, se cumple con el requisito de suponer el 3,5% de la inversión global, el mismo porcentaje del peso demográfico aragonés.

Si ejecuta todo lo previsto, el Estado gastará el próximo año 396 millones de euros en Aragón en inversiones reales a los que hay que añadir otros 143 para convenios y otras transferencias. Eso sí, el Ayuntamiento de Zaragoza constata que percibirá ocho millones menos que el año pasado, de 251 millones a 243, y algunos de los proyectos para esta ciudad se caen de las cuentas: es el caso del túnel urbano de la A-68 y la reurbanización de la avenida de Cataluña (sin partida específica). Por contra, el aeropuerto de la capital aragonesa percibirá más de cuatro millones para instalar el sistema antiniebla que permita aterrizar en casos de nula visibilidad.

El desglose de las partidas no deja espacio a la imaginación. Las eternas reivindicaciones aragonesas se llevan gran parte del dinero, aunque también hay destacadas y llamativas ausencias. En especial, en inversiones ferroviarias, donde la travesía central --y eso tan solo un día después de que el Gobierno de Aragón intentara escenificar una gran cumbre en Madrid en apoyo a esta vía transfronteriza-- apenas tendrá 200.000 euros (obligados por la necesidad de dotar de presupuesto para que Bruselas también aporte una cantidad) y la línea del Canfranc recibirá dos millones. Para el túnel de este paso fronterizo, cero euros. Cantidades testimoniales se lleva la línea Zaragoza-Sagunto, que no permitirán impulsar esta vía el año próximo. Lo mismo pasa con el corredor Cantábrico-Mediterráneo.

En carreteras, el mayor impulso se lo lleva algún tramo de la A-23 de Monrepós y se resucita, aunque con cantidades pequeñas, la A-21 entre Jaca y Santa Cilia. Se prevé una inversión de ocho millones para licitar bajo la modalidad de peaje alemán la A-68 entre Figueruelas-Gallur, un método que computa en déficit, y 4,5 millones para el Gallur-Mallén. Se incluyen las bonificaciones para los peajes de la AP-2 y por primera vez en años se dota con medio millón de euros para el desdoblamiento de la N-II. Esto permitiría dar un paso más en una vía que hasta ahora solo ha tenido mínimas partidas para estudios. Asimismo, se retoman las obras de Ráfales hasta el límite provincial de Castellón con 6 millones de euros. Una obra que lleva años parada y que nunca ha tenido ejecución presupuestaria. Hay dotación para el pabellón de España en el recinto de Ranillas, pero todos los años tiene y nunca se ha ejecutado.

En Medio Ambiente, la apuesta por los grandes embalses sigue siendo firme y se invierten en Yesa más de 13 millones. Biscarrués-Almudévar también percibe una partida de más de siete millones de euros y la cuarta fase de abastecimiento de Zaragoza también tendrá una partida de casi siete millones. Por contra, las aportaciones para San Salvador son mínimas y no aparece el recrecimiento de Santolea.