Desplazarse por la ciudad sobre un patinete eléctrico ya no es solo una opción válida para los excéntricos. La popularización de este aparato lo ha convertido en un elemento habitual sobre las aceras de la capital aragonesa. Y la llegada de un servicio de alquiler, que la próxima semana desplegará en las calles una flota de 200 de estos dispositivos, incide en la tendencia. La empresa Koko asegura que son «complementarios» al resto de opciones de desplazamientos y confían que en pocos meses el Ayuntamiento de Zaragoza perfile una nueva ordenanza que regule la convivencia de coches, bicicletas, motos, patines y peatones.

Por el momento, las dudas entre los usuarios y peatones son elevadas. La legislación actual permite que los patinetes eléctricos circulen por las aceras siempre que sea a una «velocidad reducida», algo que no sucede habitualmente. Para alcanzar los casi 25 kilómetros por hora que permite el aparato tiene que rodar por los carriles bici, con el consiguiente conflicto de convivencia. «Pedimos responsabilidad a todas las partes», indica la cofundadora de Koko, Oriana Circelli.

La empresa asegura que no buscan ser «invasivos» y defienden que su función es la de «aligerar» el tráfico en la ciudad. Los datos indican que en las urbes con un tamaño similar al de Zaragoza más del 60% de los trayectos son de menos de 5 kilómetros. Además, al ser desplazamientos ligados al ámbito laboral se hacen sin compañía. Eso explica que tanto las motos como las bicicletas empiecen a ocupar espacios que hasta ahora estaban reservados únicamente para los coches.

Con motivo de la Semana de la Movilidad se han avanzado otros datos relativos a las costumbres de los zaragozanos. Y se constata que a pesar de que los trayectos que se realizan andando suponen casi la mitad de los desplazamientos diarios y solo ocupan un 30 % del espacio público, frente al 68% que corresponde al vehículo privado.

Zaragoza es la ciudad piloto de toda España para evaluar las posibilidades de un servicio de alquiler de patinetes. Además de por sus características de población, orografía y tamaño, la capital aragonesa destaca por contar con unas ofertas implantadas en bicicletas y motos. El servicio Bizi está gestionado por una concesión pública y la empresa privada Muving hace lo propio con las motocicletas. En los dos casos los planes de futuro pasan por la expansión y el aumento del servicio.

POCO VANDALISMO

Otro de los aspectos que destacan los responsables de estos nuevos servicios es el reducido número de actos vandálicos a los que se han tenido que enfrentar. El director de márketing de Muving, Miguel Ángel Martínez, indica que los daños a sus motocicletas en Zaragoza es menor a los que se producen en otras ciudades. «Nos hemos encontrado una ciudad muy cortés en este sentido», explicó.

Pese a todo, los episodios negativos a veces se producen. La pasada semana la Policía Local sorprendió a dos ladrones cargando en una furgoneta dos de los nuevos aparatos desplegados por Koko.

Para evitar incidentes la empresa retira los patinetes todas las noches y los deposita de nuevo en las calles durante la madrugada. Además, con este sistema aprovechan para revisar posibles incidencias y cargar las baterías. La colaboración con la Policía Local y la Nacional también se antoja fundamental para evitar daños. El servicio Bizi igualmente mantiene un servicio técnico casi permanente. En este caso, son los propios usuarios los que señalan las incidencias dejando el sillin girado cuando se quedan en el aparcamiento.

Gran parte de la responsabilidad en este cambio en la movilidad zaragozana se inició con la puesta en marcha de la primera línea de tranvía. En ese momento muchos usuarios se convencieron de que existían muchas más opciones para acceder al centro urbano que el coche. Y se asumió que la intermodalidad sería la tónica dominante. «El tráfico privado, contaminante y altamente invasivo, ya no es sostenible», afirma Martínez. Esta situación se agrava por la ausencia casi total de vehículos eléctricos en la ciudad, la falta de control en las vías de tráfico calmado o el aumento de la siniestralidad experimentado en los dos últimos años. Además, la futura regulación de la movilidad deberá afrontar qué papel tienen que jugar los taxis y los nuevos vehículos de alquiler con conductor en el mapa de servicios.

DIEZ MINUTOS

Por el momento, la llegada del patín eléctrico es la que sorprende a los paseantes. No es raro observar a niños jugando con los aparatos que se encuentran detenidos en calles y aceras, aunque ellos no pueden usar la aplicación porque está reservada a mayores de 18 años. El éxito del servicio, que ya cuenta con casi 5.000 usuarios registrados, ha hecho que esta primera semana se hayan desbordado las previsiones. Eso ha generado cierta «frustración» entre los usuarios, ya que los aparatos se encontraban sin carga antes del mediodía.

Desde la compañía aseguran que esta situación cambiará en los próximos días. La autonomía de cada patinete es de unos 30 kilómetros. Algo que ven suficiente para toda una jornada al considerar que cada usuario lo utiliza en trayectos de unos tres o cuatro kilómetros durante unos diez minutos.