La décima legislatura de las Cortes de Aragón comenzó ayer con la toma de posesión de los 67 diputados y la elección de la Mesa, cuya composición definitiva despeja un poco más las incógnitas de la investidura del Presidente del Gobierno, que con toda seguridad será el candidato socialista, Javier Lambán. Incluso ya se barajan fechas para la celebración del debate plenario, en torno al 9 de julio. Los partidos no quieren demorar en exceso el periodo de negociaciones y todo indica que los acuerdos están muy avanzados, a falta de detalles finales.

No hubo sorpresas y ayer el pacto entre los partidos de izquierda y el PAR permitió que el socialista Javier Sada sea el próximo presidente de la Mesa de las Cortes, en la que también habrá otra representante socialista como vicepresidenta, la alto aragonesa María Rodrigo. Los populares cedieron uno de sus puestos a Ciudadanos, por lo que será vicepresidente segundo el diputado de la formación naranja Ramiro Domínguez.

Del mismo modo, habrá una representante de Podemos en la Mesa, la diputada Itxaso Cabrera, que consiguió este puesto gracias al preacuerdo alcanzado entre socialistas y podemistas para la investidura, a falta de que sea ratificado en votación por la asamblea de la formación morada. Será secretario segundo el popular Jesús Fuertes.

En las Cortes más igualitarias de la Historia, con 34 diputados y 33 diputadas, de los que 37 eran nuevos respecto a la anterior legislatura, tomó posesión por vez primera un nuevo grupo parlamentario, formado por el partido de extrema derecha Vox, que votó en blanco todos los puestos de la mesa. También el PAR votó en blanco a la candidata de Podemos, lo que anticipa la incomodidad que le puede generar a los aragonesistas un Gobierno PSOE-PAR que también albergue a la formación que lidera Nacho Escartín.

Ese es en estos momentos el mayor escollo que se debe salvar en las negociaciones que se retomen a partir de hoy para conformar un Ejecutivo. Y es el escollo al que se agarra, con escasa convicción, el PP, para considerar que todavía es posible un pacto de la derecha en el que el PAR pueda participar con PP y Ciudadanos y el apoyo -imprescindible para tener la mayoría necesaria- de Vox.

Precisamente esta formación fue la aparente destinataria de varios de los mensajes del discurso de investidura de Javier Sada. Comenzando por su inicio, en el que quiso denunciar las mil mujeres asesinadas ya confirmadas en España. «Tiene que ser una prioridad acabar con esta lacra e impedir su olvido u ocultación con denominaciones que escondan lo que son: asesinatos machistas», afirmó Sada.

El diputado, que prometió ser el presidente «de todos los diputados y diputadas de las Cortes», rememoró su infancia entre el barrio zaragozano del Picarral y Ateca, localidad de la que fue alcalde durante dos décadas, y sus últimos ocho años como portavoz parlamentario. Destacó su aprendizaje de los presidentes que le han precedido y de los diputados, y no se olvidó de los diputados fallecidos durante la pasada legislatura, Chesús Bernal y Antonio Torres.

En el funcionamiento de la Cámara, animó al debate con corrección, aunque sea con vehemencia. «Qué les voy a decir yo de la vehemencia», ironizó, consciente de que le tocará reprimir la bullas fuera del turno de palabra que a menudo protagonizaba con la bancada popular.

Pero sobre todo apostó por crear escenarios de «acuerdo y consenso» pensando en «los que aquí nos han puesto: los aragoneses». Para ello tendrán el «formidable instrumento del autogobierno», afirmó, retomando la frase de que este «le ha sentado muy bien a Aragón».