Los patrones tradicionales que forman la imagen de una familia formada por un padre y una madre va perdiendo protagonismo progresivamente por diferentes motivos. Ser familia monoparental, es decir, hijos a cargo de tan solo un progenitor, surge de la necesidad de adoptar sin tener pareja, por el fallecimiento de la misma o por un divorcio en el que se consigue la custodia completa en vez de compartida, entre otros.

Los progenitores de las familias monoparentales son principalmente mujeres, un 75% frente a un 25% de hombres. Por otro lado, en la gran mayoría de los casos estas familias están formadas por un hijo (24.598 personas) y por dos (26.767). El número de personas que vive en familias con tres o más hijos es mucho más reducido, 4.629 familias con tres hijos, 769 con cuatro, 119 con cinco y 240 con seis a cargo de un progenitor.

Según el informe elaborado por la Fundación Tomillo y el Gobierno de Aragón en el año 2018, el número total de personas que viven en familias monoparentales en Aragón es de 57.122 (atendiendo a la categoría de monoparentalidad de familias con algún hijo menor de 25 años). Por provincias, en Huesca hay 9.094, en Teruel 5.046 y en Zaragoza 42.982.

La asociación Amasol nació en el año 2000 para cubrir la necesidad de aquellas madres que sentían que su situación estaba invisibilizada en muchos niveles de la vida. Según explicó Vanessa Bergasa, una de las coordinadoras y trabajadora social de la asociación, surgio por la necesidad de «articular servicios para mejorar la calidad de vida de las miles de mujeres que se encontraban en esta situación». Todas las personas que forman parte de Amasol realizan una atención integral a las familias. Actualmente están 13 personas trabajando y la entidad está formada por 1.800 familias monoparentales. «Unas familias reclaman más servicios que otras, no siempre tienen las mismas necesidades y a veces dejan de prescindir de algún servicio porque han encontrado trabajo o se encuentran en una situación mejor» explicó Bergasa.

Sin duda alguna, el área terapéutica, formada por dos psicólogas, es la más demanda y «van colapsadas» señaló Bergasa. Que este servicio sea el más demandado se debe en gran parte a que en torno al 80% de las mujeres que llegan a Amasol acuden después de sufrir entornos de violencia de género, por lo que una parte muy importante del trabajo es el empoderamiento

Programas

En este momento, las trabajadoras de la asociación prestan una gran importancia a los programas de la violencia invisible, aquella que pasa desapercibida para la víctima al entorno social, familiar y profesional que la rodea. En este tipo de relaciones, la víctima vive en una situación de tensión constante en la que duda de todo, de sí misma, de la relación con los demás y de la realidad de las agresiones, que van desde el control social y económico, al aislamiento familiar y social, los celos, acoso y control, humillaciones, actos de intimidación, amenazas, entre otros. Es aquí cuando la labor de las psicólogas tiene un papel muy importante donde la sensibilización y la información son fundamentales para todas aquellas mujeres.

Desde el año 2017, Amasol también lanzó un programa de prospección y consiguió 29 convenios con diferentes empresas aragonesas para conseguir «desmontar todos los estigmas que hay de que las madres van a estar más cansadas y van a estar siempre más pendientes de sus hijos», explicó Bergasa. Gracias a estos programas se consigue «dar la vuelta a esos pensamientos» y se les demuestra a las empresas que «si contratan a estas mujeres, contratan experiencia vital, una persona muy resolutiva y una gran serie de competencias más. Según explicó Bergasa, es un programa que está funcionando «muy bien» y que esperan continuar aumentando con el tiempo.

Además, desde la asociación quieren comenzar a poder trabajar con familias encabezadas por hombres y es por eso por lo que quieren que se convierta en Fundación Amasol, Familias Monomarentales, monoparentales y reconstitudidas, con unos estatutos más abarcadores.