Ya están en casa. Los siete cascos celtibéricos recuperados por Aragón tras dos décadas de esfuerzo policial y judicial, fueron entregados ayer al Museo de Zaragoza en un solemne acto presidido por Javier Lambán en la sede del espacio de exposiciones de la plaza de los Sitios.

Pero la idea, ahora, es que estos elementos del atuendo de los guerreros de la España prerromana se integren en el marco más amplio de una gran exposición de vestigios de las culturas celta e íbera en Aragón. Será el momento de una reivindicación de la importancia de la civilización celtíbera, que para Lambán fue de «una exuberante riqueza en tierras aragonesas» y alcanzó un gran desarrollo.

«En cuestión de dos, tres o cuatro años», añadió, se pondrá el valor el patrimonio de una cultura «floreciente» que demuestra el nivel existente en la Península antes de la llegada de los romanos.

En la misma línea del pasado prehistórico de Aragón se inscribe la futura organización, también anunciada por Lambán, de un seminario internacional en Zaragoza sobre arte y patrimonio expoliado.

Los yelmos ayer entregados formalmente son parte de un lote compuesto por 22 cascos que están dispersos en colecciones privadas y en museos de distintas partes del mundo. Presentan «un muy buen estado de conservación», según los técnicos que los han examinado, y se podrán exponer al público a partir de la próxima primavera e incluso antes, en un plazo de dos o tres meses, según adelantó el director del museo, Isidro Aguilera.

La de los cascos celtibéricos es otra batalla ganada por Aragón en el largo proceso para recuperar el patrimonio artístico y arqueológico expoliado, resaltó el presidente de la comunidad, que se refirió al reciente éxito judicial de las 111 obras de arte sacro de las parroquias del este de Huesca que retiene el Museo de Lérida y que deberán volver a la Diócesis de Barbastro por orden judicial.

En la ceremonia de ayer, el director general de Bellas Artes, Román Fernández-Baca, entregó los yelmos al presidente de Aragón, quien a su vez se los dio a José Javier Jordán, alcalde de Aranda de Moncayo, municipio donde se halla el yacimiento arqueológico de Aratis, de donde fueron robados en los años 80 del pasado siglo. Y, finalmente, el regidor los depositó en el Museo de Zaragoza, que es donde se quedarán de forma permanente.

El presidente de Aragón pronunció palabras de elogio para el coleccionista inglés que tenía en su posesión los cascos, Christian Levett, de quien dijo que su «rápida decisión» sobre las piezas ha facilitado la recuperación del conjunto de objetos celtibéricos.

Para el director general de Bellas Artes, el de ayer fue «un día de gran importancia para Aragón» por la vuelta de los cascos «al lugar que les pertenece», un logro que atribuyó al «esfuerzo de muchas instituciones», desde el Cuerpo Nacional de Policía a la Guardia Civil, pasando por la Fiscalía y la Audiencia de Zaragoza y el personal de la Dirección General de Patrimonio de Aragón.

20 años de esfuerzos

Fernández-Baca mostró igualmente su satisfacción por la «sabia decisión» de Christian Levett y la «buena fe» con la que ha actuado el coleccionista, que es propietario del Museo de Arte Clásico de Mougins, en Francia, cerca de la Costa Azul. «Se trata de un gesto único», subrayó. En total, el proceso para recuperar los cascos ha durado 20 años, explicó el responsable del Ministerio de Cultura del Gobierno de Pedro Sánchez.

Por su parte, Isidro Aguilera, director del Museo de Zaragoza dijo sentirse «emocionado» por el éxito de unas gestiones que han puesto de manifiesto la relevancia de la «cooperación administrativa». El buen estado de conservación de las piezas, comentó, permite que se integren «directamente» en la colección del museo, pero aun así se someterán a un exhaustivo examen por los expertos en arte prehistórico para determinar cómo se encuentran y extraer información sobre su origen, composición y datación. En este sentido, serán de gran interés como fuentes históricas.

Con todo, el director general de Bellas Artes hizo una llamada a la prudencia al recordar que la sentencia que condenó a los saqueadores del yacimiento de Aranda de Moncayo fue recurrida ante el Tribunal Supremo, que todavía no se ha pronunciado sobre la misma.Además, sigue sin aclararse el paradero de otros 15 cascos similares que salieron ilegalmente de Aratis y que son objeto de investigación por parte de la Policía.

«Son tantas las piezas que se piensa en la existencia de una fragua y en que los cascos se utilizaban para ceremonias fúnebres y ofrendas religiosas», aclaró Marisancho Menjón, directora general de Patrimonio de la DGA.

«Solo sabemos de los yelmos que faltan que están desperdigados», señaló tras indicar que tres de estos yelmos fueron subastados hace ya varios años en Londres y en Hong Kong.

El corolario es que la total recuperación del lote puede tardar en ser una realidad debido a los avatares de la investigación policial y a la lentitud de la maquinaria judicial, máxime si se tiene en cuenta que deberán intervenir administraciones de distintos países.

Un accidentado recorrido

Los cascos que utilizaban los guerreros celtíberos han sufrido un accidentado recorrido desde que fueron ilegalmente extraídos del yacimiento de Aranda del Moncayo en una fecha sin concretar de finales de los años 80 del pasado siglo. Por mediación de un anticuario suizo de origen español, los expoliadores lograron que salieran de España y aparecieran en Alemania, donde en 1990 los compró el coleccionista alemán Alex Guttman, el cual poseía un gigantesco depósito de armas antiguas de todas las épocas.

A su muerte, en el año 2001, sus herederos decidieron poner a la venta toda la colección y organizaron una serie de subastas. En dos de ellas, los años 2008 y 2009, adquirió siete unidades el coleccionista británico Christian Levett, que las incorporó al museo de arte clásico que regenta en Mougins, en la Costa Azul. En el 2012 se descubrió el tráfico ilegal de vestigios arqueológicos y se inició una investigación policial y judicial que culminó con la condena de los autores del expolio y la voluntaria devolución de los cascos a Aragón por parte de Levett.

Las raíces más profundas

El presidente de Aragón, Javier Lambán, quiso ayer acabar con el tópico que ve en los celtíberos un conjunto de tribus escasamente desarrolladas que solo salieron del atraso con la llegada de los romanos a la Península en el siglo III antes de Cristo.

En opinión del jefe del Ejecutivo, los cascos prerromanos llegados a Aragón, que presentan una bella factura, así como los numerosos hallazgos arqueológicos a lo largo de los años en la comunidad, ponen de manifiesto que en Celtiberia había vida inteligente antes del comienzo de la romanización. Faltaba mucho aún para la creación del Reino de Aragón, más de un milenio. Pero con la paulatina reconstrucción de la prehistoria de la comunidad es posible remontarse a unos indígenas, antepasados lejanísimos de los habitantes actuales, que también forman parte de las raíces de la comunidad, solo que a un nivel más profundo.

Lambán, que es doctor en Historia, se refirió a que hay un componente de «burla» en la precipitada catalogación de los celtíberos como un pueblo rústico frente a los refinados romanos. El problema, en realidad, no es tanto la consideración que puedan merecer actualmente aquellos primitivos españoles (y aragoneses), sino la dificultad para llegar hasta ellos mediante el estudio de sus vestigios. El expolio de sus exiguos restos ha sido tan sistemático y continuado que casi se les ha borrado del mapa.