Martina lleva patinando desde que tiene uso de razón. Y no, para nada es una frase hecha. La primera vez que se puso (le pusieron) unos patines tenía tan solo tres años. A la edad en que muchos niños todavía titubean al andar, nuestra protagonista comenzaba un bonito camino que le ha llevado a ser con tan solo 12 años campeona de España.

«Veía a las chicas con los patines en el patio del colegio y supe pronto que eso era lo que yo quería hacer», recuerda Martina. A pesar de su sorprendente corta edad, a sus padres no les quedó más remedio que comprarle sus primeros patines. «Empecé practicando sola pero en 2º de Infantil ya me apuntaron a clases», apunta la joven deportista. Y desde entonces ya no se los ha quitado. Más bien los patines se han convertido en una extensión perfecta de sus piernas. Martina viene de una familia con gran tradición deportista. Su abuelo, su padre y su hermano están unidos al mundo del balonmano y a su madre también le encanta el deporte. Por eso sus seres queridos disfrutan tanto o más que ella de su pasión.

Durante los primeros años el patinaje fue una actividad extraescolar más para Martina. Eso sí, era en la que más disfrutaba. Pero poco a poco, y de manera muy natural, su buen hacer y su destreza le fueron abriendo poco a poco la posibilidad de comenzar a competir. «Martina es una chica especial. Tiene un talento innato para el deporte. Porque se decantó muy pronto por el patinaje, pero yo creo que lo podría hacer muy bien en cualquier disciplina», dice Adrián Almazán, presidente de la Escuela de Patinaje Zlalom, club al que pertenece la aragonesa.

Tras varios éxitos a nivel regional, el pasado agosto en Ciudad Real, Martina logró su mayor éxito hasta la fecha y es que consiguió el título en el Campeonato de España de patinaje inline freestyle, el también llamado patinaje de conos. «Hice un ejercicio casi perfecto pero la verdad es que tuve suerte de salir la última, que siempre quedas más en el recuerdo de los jueces», reconoce la aragonesa, haciendo gala de una modestia impropia de una chica de su edad. «No me esperaba ganar para nada. Me hizo mucha ilusión que me felicitara tanta gente», confiesa. La competición en la que triunfó consiste en la suma de dos pruebas: una actuación con música en la que el patinador debe tratar de contar una historia a través de sus movimientos y otra prueba llamada battle, en la que se valoran la técnica y las habilidades mostradas por los participantes con los patines en un determinado periodo de tiempo.

Una vez saboreadas la mieles del éxito, Martina, con una media sonrisa y casi avergonzada por su osadía, reconoce que quiere más. «Este año quiero ganar todas las competiciones en las que participe porque mi sueño es ir algún día con la selección española». Para ello entrena de media una hora al día aunque ella asegura que practicaría más si pudiera. «Es que no me cuesta ningún esfuerzo ir a patinar, al revés, es lo que me gusta», explica. Pero, a pesar de su juventud, Martina es consciente de que desgraciadamente no se puede vivir del patinaje, por lo que está muy centrada en sus estudios y tiene las ideas claras. «Me gustaría estudiar DADE (Derecho y Administración de Empresas) cuando llegue a la universidad y trabajar de mayor de abogada o en algo relacionado con las finanzas», asegura.

Pero hasta llegar a esa etapa, a Martina le quedan todavía muchos kilómetros que recorrer con sus patines en un camino en el que la campeona tiene claro quién le va a seguir acompañando. «Le debo mucho a mis padres. Me apoyan y no me dejan agobiarme ni estresarme cuando tengo un mal día. Además me llevan a ver carreras, me acompañan a todas mis competiciones... Sin ellos nada sería posible», confiesa la patinadora, que está escribiendo con letras de oro las primeras páginas de una historia que no ha hecho nada más que empezar.