Va a ser cierto eso que afirmaban en el 2013 los técnicos de Movilidad del Ayuntamiento de Zaragoza que con el paso del tiempo los ciudadanos se acostumbrarían a convivir con el tranvía y que la siniestralidad vial se reduciría. Y eso es, precisamente, lo que ahora indica la estadística oficial del consistorio, que ha pasado de los 28 siniestros contabilizados en el 2013, en su primer año de funcionamiento con toda la línea Valdespartera-Parque Goya, a los 11 que se sumaron el año pasado. Al año siguiente de su estreno, continuó la estela inicial, con 27, y aún hasta el 2017 se mantenía, con 19, en datos que nada tienen que ver con los once del año pasado.

Quizá ahora, en los próximos meses o en la próxima Semana de la Movilidad en septiembre cobre de nuevo interés, ya que los partidos municipales se afanan en poner de relieve estos días que la línea 2 del eje este-oeste acabará en un cajón dilapidando todo el dinero gastado en estudios y anteproyectos. El PP y Cs acordaron al formar Gobierno que esta sería una de esas 50 medidas a ejecutar en los primeros días de gestión. Ahora se escandaliza la oposición porque lo cumplen, en una decisión en la que se evidencia que nada tiene que ver ni su eficiencia, ni su reducción de contaminación, ni tampoco la seguridad y la siniestralidad. Es una decisión de prioridad política y de dinero, como reafirmó ayer la alcaldesa en funciones y líder de Cs, Sara Fernández, en un acto en el paseo Sagasta.

Comparado con el autobús, principal competidor en el transporte público, además de las incidencias que, un verano más, se repiten en los vehículos, en forma de incendios y averías en ellos, el número de accidentes que estos protagonizan ya no tienen nada que ver con los del tranvía. La flota de Avanza Zaragoza protagonizó un total de 276 incidentes con otros usuarios de la vía durante todo el 2018, lo que se traduce en una siniestralidad que multiplica por 25 a los del Urbos 3 en Zaragoza. Pero es que, además, comparativamente con otros hábitos de desplazamiento urbanos, es el único medio de transporte, exceptuando el vehículo privado, en el que crece la siniestralidad. En el 2013 fueron 209 accidentes, al año siguiente 260 y en el 2015 alcanzó los 292, máximo en seis años.

Pero si se trata de comparar, ni siquiera la bicicleta, tan polémica a veces, ha seguido esa misma evolución ascendente con el incremento del uso. Los 217 accidentes del 2013 fueron 172 en el 2018, solo en el 2014 estuvo por encima de los 200, con 204, y desde entonces un descenso continuado, aunque leve, desde los 177 del 2015 a los 170 y 172 del 2017 y 2018, respectivamente. Tampoco el taxi ha notado un aumento como el del bus. Los 100 que hubo en el 2013 fueron 96 el año pasado, y el máximo de estos seis años, en el 2016, fueron 105. D. L. G.