Conocido es que Tom Cruise no tiene actores que doblen sus tan arriesgadas acrobacias en películas como Misión Imposible. Quien tampoco lo necesita es Eduardo Molinos, un agente perteneciente a la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que anteayer no dudó en escalar una fachada y agarrar en el momento en el que iba a caer al vacío a un joven zaragozano. Estaba en un balcón situado en un quinto piso de altura.

Un día después de salvarle la vida, Molinos admite que «no pensó en nada más allá que en salvarle la vida a este hombre». Relata que eran las 13.30 horas cuando la sala del 091 les dio aviso para que acudieran rápidamente a la calle Pano y Ruata de la capital aragonesa. Habían llamado desde el teléfono fijo de un domicilio en el que el interlocutor aseguraba que le querían matar. Una vez en el lugar, los agentes, entre los que se encontraba Eduardo Molinos, observaron desde la vía pública a un individuo, de unos 30 años, en el balcón que, por su manera de moverse, actuar y verbalizar, no se encontraba en plenas facultades. Los agentes intentaron, sin éxito, mantener una conversación con él hasta que en un momento determinado, este individuo pasó al balcón del piso contiguo.

AYUDA/ Molinos vio en esos momentos que una vecina del cuarto piso se asomaba ante el revuelo que había. Mientras daban aviso a los Bomberos de Zaragoza y al negociador del Cuerpo Nacional de Policía, este agente decidió subir y llamar a la puerta de la casa de esta mujer. Con el permiso de ella, accedió, salió al balcón, se quitó el chaleco y demás instrumentos «para aligerar peso» y decidió escalar y subir al piso del joven que quería tirarse. Una vez en su piso, el joven entró al salón, donde ambos estuvieron hablando. «Intenté calmarle y parecía que lo conseguía, hasta que, de repente, salió corriendo hacia el balcón», señala este agente, quien añade que fue detrás de él y le agarró de una de sus extremidades. Lo cazó al vuelo, porque buena parte de su cuerpo estaba ya en el aire.

No sabe de dónde sacó las fuerzas, pero Molinos admite que en ese momento de adrenalina «la única cosa que estaba en la mente era salvar la vida del joven, no pensé en más». «Cuando llegué a casa y, reposadamente, se lo conté a mi esposa me dijo que si no había pensado en ella, en la niña de tres años que tenemos y en el pequeño que viene en camino», afirma, mientras reconoce «que en ese momento tenía que hacer lo que un Policía Nacional tiene que hacer».

Próximamente, el Cuerpo Nacional de Policía celebra su patrón, los Ángeles Custodios, Eduardo Molinos, es buena muestra que en cada uno de estos agentes forma parte de dicha corte.