--¿Ya han asumido que la mina en Mequinenza se ha acabado?

--Ya hace un año que lo vemos venir. El gobierno central tenía obsesión por echar el cierre y no hemos visto voluntad ni apoyo por parte del Gobierno de Aragón. Es un problema nimio para ellos; 40 puestos de trabajo más otros 30 indirectos, no les preocupan.

--Usted comenzó a trabajar en la mina en 1995, pero usted no es un minero como los demás, estuvo a punto de triunfar en el fútbol.

--Bueno, tuve mi oportunidad y no salió bien. Con 14 años me fichó el Zaragoza y me vine a la residencia de la calle Bretón. Por allí venían a comer a veces Pardeza, Xavi Aguado...

--¿Había mineros en el equipo del Mequinenza?

--Sin duda, y en el Andorra. En estas zonas, muchos jugadores trabajaban en las minas. Hablo del Mequinenza en Tercera entonces, que era lo que ahora es un Segunda B.

--¿Qué sucedió en el Zaragoza?

--Que me llamó el Barça para hacer una prueba. Fui a la Masía y estuve unos días. Les gusté, me quisieron fichar, pero el Zaragoza no dio el permiso y me tuve que quedar en los juveniles del Zaragoza.

--Bueno, no está mal: una buena plataforma.

--Lo es, pero yo en esa época no tenía la cabeza en su sitio. Era muy joven, fuera de casa... Me quiso fichar el Logroñés pero no tenía residencia, me tenía que pagar yo los gastos y lo rechacé. Luego me llamó el Lleida en Segunda con Chechu Rojo, pero cuando todo estaba encaminado lo echaron...

--Veo que la línea entre lo grande y lo pequeño es muy delgada...

--Sí, en el fútbol como en la vida. A veces un pequeño detalle te frustra un gran proyecto. Pero además de llegar a los sitios, hay que mantenerse.

--¿Por qué hay jugadores que aparentemente no tienen calidad y están en Primera?

--Porque saben sacar provecho de sus virtudes. Si son poco técnicos pero muy sacrificados, no defraudan al entrenador. En un equipo hacen falta jugadores de todo tipo... Lo cierto es que los jugadores que llegan se esfuerzan mucho.

--¿Usted no poseía esa ambición?

--A mí lo que me gustaba es jugar, no miraba más allá. Es cierto que no me sacrifiqué como otros. Nunca fui ambicioso.

--¿Cómo se pasa de los aplausos de un estadio a la mina?

--Porque la mina está en la cultura de los que somos de Mequinenza. Es nuestra vida, es algo natural. Soy futbolista pero también soy minero.