Antes de tomar una decisión definitiva, Manuel Pizarro habló con su amigo, José Ángel Biel, con el que lleva 30 años discutiendo de política. La elección no era fácil: tomar partido, afiliarse, plantar batalla electoral cuando uno es el amigo de todos y ha sabido mantener un exquisito equilibrio político. Pero "había que dar un paso adelante", según fuentes del entorno del turolense. Y hacerlo a lo grande, a la política nacional --para no pisar muchos callos en la tierra de uno-- y con el partido por el que más afinidad se siente (hasta el punto de afiliarse). Las buenas relaciones no se van al traste por la confrontación política. Pizarro es ahora un amienemigo. La pregunta ya está en el aire. ¿Cuánto durará la cortesía?

Biel asegura que es "el menos indicado" para hablar de esta decisión de su amigo y vecino. Así que no da detalles. Pero se sabe que hace más de tres semanas que ambos hablaron sobre este tema, que se gestó a finales del año pasado y tras el que está la mano de José María Aznar, Rodrigo Rato y Juan Costa, según distintas fuentes. Las especulaciones sobre todo lo que se habría ofrecido a Pizarro no cesan: encabezar la lista del PP a la Presidencia de Aragón, liderar el partido en la comunidad, presentarse por Zaragoza o por Teruel... Ofertas insuficientes y con un gran inconveniente: enfrentarse con muchos amigos de todos los partidos de Aragón. El expresidente de Endesa no se veía midiendo sus fuerzas con el socialista Marcelino Iglesias. Menos con Biel.

Y el PP nacional tenía otros planes para Pizarro. Las versiones difieren ligeramente: los socialistas están convencidos de que la oferta ha sido muy potente. No se trata solo de que el turolense entrará en un hipotético Gobierno de Mariano Rajoy como hombre fuerte, sino también de que sería un perfecto delfín, especialmente si no se gana. En el PP de Aragón hay voces que recuerdan que no es fácil. "Los paracaidistas no se afianzan en los partidos; hay demasiadas presiones internas", dice un conservador.

Lo cierto es que, por fin, Pizarro aceptó, con la mirada en la vicepresidencia económica del país, lo suficientemente atractiva para olvidar que hace seis meses declaró que no iba a meterse en política. A cambio, presencia en listas y afiliación: "Hay que ayudar a ganar a Rajoy si se quiere estar después en su Gobierno", considera otro cargo popular para explicar por qué Manuel Pizarro no se mantiene como independiente.

Pizarro también avisó a Iglesias (después que a Biel). Escasos días antes de que se hiciera pública su decisión, le comunicó al dirigente socialista que lo iba a tener enfrente en la cita con las urnas del 9 de marzo. A instancias del candidato del PP, ambos quedaron en comer y cerraron la fecha el día en que todo se conoció. Esa comida a solas se celebró el miércoles en el Pignatelli. En ella, Pizarro explicó a Iglesias su decisión y le comunicó que no hará campaña en Aragón, para decepción del PP aragonés en general y del turolense en particular (en Teruel, la diferencia entre PSOE y PP es de solo 232 votos).

¿Por qué, una vez dado el paso incluso de afiliarse, no hará campaña en Aragón? La relación de Pizarro con el Gobierno PSOE-PAR ha sido excepcional. Lo fue ya cuando presidió Ibercaja (y se impulsaron los proyectos de Pla-Za y Aramón y la reforma de la Ley de Cajas) y lo fue cuando presidió Endesa. En los duros días de la opa, Pizarro tuvo en Aragón un apoyo sin fisuras de todos los partidos, que votaron en las Cortes una iniciativa unánime de respaldo al turolense. De hecho, la postura del PSOE aragonés fue radicalmente opuesta a la del federal.

Así las cosas, Pizarro, hijo predilecto de Teruel (bajo Alcaldía socialista) y adoptivo de Albarracín (bajo Alcaldía del PAR), amigo de todos y profeta en su tierra y de su tierra no quiere abrir heridas. Y menos tras anunciar hace nada que se ponía a disposición del Gobierno aragonés. La DGA no habla, pero lo veía dirigiendo la Corporación Empresarial Pública de Aragón. O, por su nula implicación política, Aramón.

Iglesias tampoco ha querido opinar, a pesar de que los dirigentes estatales de su partido han atacado con dureza a Pizarro. "No tengo absolutamente nada que decir de Pizarro y mucho menos nada que reprocharle", afirmaba el socialista el miércoles. Pero el chasco que se ha llevado más de uno es notable.

En el PSOE hay quien piensa que si el turolense es vicepresidente económico se cerrará el grifo para Aragón. No por la persona, sino por el partido. Pero no es la opinión generalizada. Y menos en el PAR: los aragonesistas creen lo contrario. "Tras la Expo caerán en picado las inversiones gobierne quien gobierne", apunta otra fuente.

Pizarro ha ocupado el sitio al que aspiraba el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Y en la capital ha estallado la caja de los truenos. El PP aragonés no quiere manifestarse a este respecto. Se ha quedado en la euforia de contar con Pizarro. Euforia y sorpresa, porque ningún dirigente conservador de la comunidad sabía nada del fichaje. Los populares creen más que nunca que ganarán las elecciones. El PSOE dice que el efecto Pizarro no será para tanto, pero más de uno se ha puesto nervioso. El resto lamenta que cuestiones como esta "exageren, aún más, el bipartidismo".

¿Cuánto durará el pacto tácito de no agresión? "Como mínimo, hasta las elecciones", dice un socialista. Después, ya se verá.