Cuatro suspensos y cinco aprobados raspados. Son las calificaciones que necesita mejorar Aragón para progresar adecuadamente hacia el futuro, según el examen sobre el grado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos fueron aprobados hace tres años en las Naciones Unidas (ONU) y constituyen un visión, más o menos consensuada, de cómo debería ser el mundo en el año 2030. La comunidad también despunta en algunas materias, al obtener cuatro notables y tres sobresalientes, mientras que uno de los capítulos no puntúa al estar dedicado a los ecosistemas marinos. Con todo, la nota general del territorio es favorable en la comparativa con el resto de autonomías, entre las que logra la tercera mejor valoración de la clasificación.

Así lo refleja el informe 17X17. Análisis sobre la sostenibilidad en España 2019, elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad (OS), la consultora AIS Group y la Fundación Ciudadanía, que han estudiado cerca de 200 indicadores en las 17 comunidades autónomas para evaluar el desarrollo de los ODS en cada una de ellas.

¿Qué objetivos suspende Aragón? El mayor insuficiente lo recibe en desigualdad de género (ODS 5), donde se sitúa en la cuarta peor posición absoluta -con 0,20 sobre uno- de una lista que cierra Castilla y León, Asturias y Cantabria. La comunidad tiene valores muy bajos en diferencias salariales, en los diferenciales de paro y en ocupación por sexos. En este capítulo, sin embargo, destaca en tasa de ocupación entre mujeres con estudios secundarios, lo que indica una excelente progresión para el futuro, más teniendo en cuenta que la igualdad de género es una prioridad nacional y que España se encuentra en niveles medios dentro de la UE-28.

DÉFICIT EN INNOVACIÓN

Otra de metas de la ONU que Aragón no logra aprobar es la de energía (ODS 7), con una valoración de 0,45 sobre uno. No obstante, en este caso tiene al alcance de la mano superar con nota este apartado en los próximos años a tenor de los indicadores parciales que suspende, que son los relativos al porcentaje de potencia de fotovoltaica y eólica respecto del total nacional. En este sentido, cabe recordar que la comunidad es en estos momentos el epicentro de las inversiones en renovables, con autorizaciones para construir 79 parques eólicos y 56 fotovoltaicos, que suman cerca de 5.000 MW.

La comunidad también necesita mejorar en el cumplimiento del ODS número nueve, que está centrado en industria, innovación e infraestructuras. El informe le otorga una puntuación del 0,37 sobre uno, debido a la insuficiencia de recursos humanos en sectores tecnológicos y la baja inversión privada y pública en I+D.

La cuarta materia que suspende la comunidad es economía circular (ODS 12), donde se encuentra en mitad de tabla autonómica, con un 0,26 sobre uno. En concreto, Aragón sale mal parado en cuatro de los ocho de los indicadores parciales valorados en este objetivo, los que se refieren a la disminución de residuos municipales, la recogida separada de basura y biorresiduos, Índice de uso del agua en la agricultura (IUAA)

23 INDICADORES EN ROJO

De los 200 indicadores analizados, el estudio pone en rojo (muy mejorable) a la comunidad aragonesa en 23 variables y en naranja (mejorable) en otros 26 epígrafes. Además de los déficit ya comentados, entre las carencias más graves que se detectan destacan cuestiones como población con sobrepeso, superficie de cultivos ecológicos, gasto anual familiar en servicios hospitalarios, uso de agua en la agricultura, gasto en protección medioambiental o ayuda oficial al desarrollo, entre otros.

«Aragón está bien en temas ambientales y sociales en general, pero tiene una gran asignatura pendiente por los graves desequilibrios que existen internamente entre el medio urbano y rural», concluye el director del Observatorio de la Sostenibiliad, Fernando Prieto, que es natural de Zaragoza. Este centro de estudios recomienda asimismo cambiar el modelo productivo hacia una sociedad más descarbonizada, con el impulso de las energías renovables, un mayor peso en las nuevas tecnologías y una economía más desmaterializada.