El Ayuntamiento de Zaragoza se vio obligado a reorganizar el funcionamiento del cementerio de Torrero cuando se produjo el primer pico de fallecidos por coronavirus. Una de las medidas que adoptó fue suspender los traslados programados por renuncia, es decir, de personas cuyos familiares o allegados ya no pagan las tasas por la utilización del nicho y son trasladados a la fosa común.

Según los trabajadores del camposanto municipal, esta decisión prolongada en el tiempo está produciendo un retraso «importante» y estiman que entre los programados por renuncia y los que se solicitan por reagrupación familiar (estos no se han suspendido) hay pendientes alrededor de 1.700.

Una cifra que los empleados califican de «muy elevada» y alertan de que puede generar «problemas de espacio». Desde el consistorio lo niegan y aseguran que a día de hoy hay capacidad suficiente, con 2.000 nichos vacíos, y estiman que los «traslados por renuncia» pendientes rondan entre los 80 y los 100.

Por ahora no se va a retomar este trabajo ya que el alto número de fallecidos que siguen llegando al cementerio obliga centrar la tarea de los operarios para garantizar que se celebren los entierros y se ejecuten las cremaciones sin retrasos.

El ayuntamiento licitó de urgencia a finales del año una obras para ampliar el número de columbarios en el camposanto. Se van a construir 730 nuevos nichos que estarán repartidos en once módulos, en los que habrá entre 60 y 70. Actualmente hay alrededor de 300 columbarios vacíos, una cifra que no permitiría dar respuesta las necesidades ya que la media de peticiones al mes alcanza las 70. Los trabajos ya han comenzado y los módulos se habilitarán de forma progresiva.