Crucero Baleares. ¡Hundido! Y por segunda vez. La primera, en aguas de Cartagena, en 1938, por un torpedo de la flota republicana que atinó bajo su línea de flotación. La segunda, ahora mismo, por el Ayuntamiento de Zaragoza, que ha acordado eliminar del callejero este episodio naval de la guerra civil para sustituirlo por el de Sara Maynar Escanilla, la primera abogada de Aragón.

Nacida en Zaragoza en 1906, esta pionera del Derecho se vistió la toga para complacer a su padre, un prestigioso abogado civilista que quería mantener la tradición familiar. Pero Sara nunca intervino en un juicio ni abrió un bufete. «Su verdadera vocación no era el Derecho, sino la enseñanza de la lengua, y a eso se dedicó durante toda su vida activa», señala la periodista y concejala zaragozana Lola Campos, que en su obra Mujeres aragonesas traza la biografía de Sara Maynar. El cambio de ocupación fue posible porque Sara, estudiante aplicada como era, compaginó los estudios de Derecho con los de Filosofía y Letras. Con todo, pese a su falta de vocación por el foro, terminó la carrera de leyes como número uno de su promoción.

Su primer destino de profesora fue el instituto de Calatayud, al que seguiría el de Teruel, para acabar en el de Alcañiz, donde se jubiló. Desde que cesó como docente hasta su muerte en 1986, Sara se volcó en el estudio del esperanto, afición que compartió con el cargo de concejala en la corporación de la ciudad bajoaragonesa.

«Nunca se casó, aunque ese era su deseo, y se entregó al trabajo con verdadera pasión», apunta Lola Campos, que en su libro cuenta cómo Sara se desvivió para que el instituto masculino de Alcañiz pasara a ser mixto, lo que refleja su talante feminista. «Fue una adelantada para su tiempo», resume su biógrafa. «No solo entró en la universidad en una época en que las mujeres eran solo el 2% del alumnado, sino que siempre mostró interés por mejorar la situación del sexo femenino», afirma.

En la calle Crucero Baleares a nadie le importa el cambio de denominación. «Me da igual», responden los vecinos de esta vía de 40 metros en la que solo existe un bloque social de los años 60, con cuatro pisos y dos portales. Sin apenas tráfico, flanqueada de aligustres, Crucero Baleares está en zona nacional. Para llegar a ella hay que atravesar calles con nombres de generales sublevados hasta aparecer en Posición San Simón, otro hito de la historia franquista.

Es un sitio tranquilo, entre las avenidas San Juan de la Peña y Salvador Allende, bajo las chimeneas de la antigua Campo Ebro Industrial. «A esta parte de El Picarral la llamamos Los Pabellones», explica Ramón, que vive al lado. «Al no haber tiendas ni bares, no se ve mal el cambio de nombre», añade. Casi nadie sabe a qué hace referencia Crucero Baleares, que les sugiere más un barco de recreo que un buque de guerra. «Soy muy mala en historia», reconoce María José, una joven residente. Claro que Sara Maynar también es para ellos una perfecta desconocida. Solo una mujer de apellido aragonés que un día de estos tomará posesión, siquiera nominalmente, del recoleto lugar en que viven.

Calle Sara Maynar Escanilla.

Se convirtió en la primera abogada aragonesa.

Hoy se llama: calle del crucero Baleares.

Botado en 1932 en El Ferrol, fue hundido en el cabo de Palos en marzo de 1938, durante la guerra civil, en la única batalla naval que ganó la República. El barco naufragó al ser alcanzado por los torpedos del destructor `Lepanto' y perecieron ahogados 786 tripulantes. Otros 435 marineros fueron rescatados por dos navíos de guerra ingleses.