En la noche del 13 de octubre las farolas del centro de Zaragoza dejan paso a la penumbra porque 258 faroles y 15 carrozas de vidrio policromado son los encargados de iluminar las calles en la conocida popularmente como procesión del Rosario de Cristal. Una tradición popular que ideó la Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora del Pilar que se fundó en 1889 y que acaba de ser disuelta en este 2020.

Una extinción que fue aprobada por el Cabildo Metropolitano que rige tanto la basílica-catedral del Pilar como La Seo del Salvador y que, aunque es menos conocido, también gestionaba dicha hermandad. De hecho, su presidente, Jesús Aladrén, es el canónigo prefecto de Liturgia y director de peregrinaciones marianas en dicha institución religiosa.

Una disolución tomada en una asamblea de hermanos por mayoría, según fuentes del Arzobispado de Zaragoza, aunque otros muchos han reconocido a este diario su sorpresa porque lo desconocían y solo habían oído rumores. De hecho, no han recibido ningún tipo de comunicación oficial. Unas personas que no solo sustentan con su fe esta tradición, sino que abonaban una serie de cuotas anualmente para poder sacar a la calle y conservar patrimonialmente unos faroles que fueron diseñados por el arquitecto Ricardo Magdalena por petición de esta cofradía, que tenía el título de Real por decisión del rey Alfonso XIII y ratificado por Juan Carlos Rey.

Desde el Palacio arzobispal destacan que esta hermandad era dependiente del cabildo y que este organismo ha decidido «realizar un cambio operativo de cara al funcionamiento del Rosario de Cristal» que, tal y como insisten, «no va a significar que asuma esta labor una empresa o que la procesión se deje de realizar puesto que ya se ha creado una mesa de trabajo para que los hermanos de la cofradía puedan seguir realizando su labor pero amparados por el Cabildo Metropolitano de Zaragoza».

Todo apunta a que la burocracia a la que debía someterse al inscribirse en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia y que le otorgaba una personalidad jurídica con sus derechos y deberes ha dilapilado una devoción al Rosario única. Su salida este año está en el aire por dos razones: un posible rebrote del covid-19 y por la extinción de la agrupación de fieles que hacían posible su salida a la calle la noche siguiente a la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar. Estos faroles, carrozas y demás enseres como los estandartes permanecen expuestos de forma permanente en la antigua iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. El templo fue reformado con el objetivo principal de promocionar y proyectar del valioso legado que constituye el patrimonio del Rosario que cuenta con una gran dimensión religiosa, histórica y cultural.

Lejos queda ya cuando una vecina de Zaragoza y natural de Ambel, Mariana Velilla, rompió el alba de un 3 de julio de 1756 con siete personas más rezando el rosario por la calle. Pidió permiso al Cabildo y fue el germen de una cofradía que llenaba de fervor las calles de la ciudad.