La Forana , el Morico y el Verrugón ya tienen la cara lavada y remozada. Los tres cabezudos que han amenizado las fiestas a los vecinos de Pina de Ebro durante más de 50 años han sido restaurados y lucen aspecto de nuevos, y todo ello gracias al trabajo de las alumnas de manualidades del centro de adultos.

La iniciativa para la recuperación partió de la asociación cultural El Marrán quienes plantearon al grupo de manuales del centro de adultos su posible restauración. Profesora y alumnas aceptaron el reto, y comenzaron un proceso que se ha prolongado a lo largo de todo el presente curso, puesto que las restauradoras han trabajado durante un par de horas semanales, dirigidas y ayudadas por su maestra, y simultaneando esta tarea con el resto de obras que han realizado en clase.

Para devolver a las tres piezas todo el esplendor que exhibían de nuevas ha habido que llevar a cabo diferentes trabajos. Las tres estaban en un estado lamentable después de años de abandono: desconchones, agujeros y raspaduras se repartían por toda su superficie.

PAPEL MACHE La técnica del papel maché ha sido la utilizada para la restauración. Con papeles, y en ocasiones, para dar mayor consistencia, vendas, convenientemente empapadas en cola, se fueron cubriendo todas las grietas y boquetes. Algunas partes, como la visera de la colorida gorra que luce el Morico , hubo que reconstruirlas completamente; otras, como los dientes de la Forana , fueron imposibles de reparar por no disponer de apoyo donde sujetarlos.

Después de este primer paso, las restauradoras lijaron la superficie una y otra vez para darle un aspecto uniforme, tras lo cual se procedió a su pintura, proceso en el que en las sucesivas capas necesarias se respetaron los colores originales, la posterior delineación de los rasgos faciales y una última mano de barniz que devolvió a las piezas su esplendor original completaron el trabajo

Los vecinos de Pina tuvieron una última oportunidad de ver a sus cabezudos antes de ser reparados durante la celebración del último mercadillo de San Miguel, en septiembre del 2003.