Las fiestas de la Vaquilla tienen un gran poder de atracción que irradia a Zaragoza, el resto de Aragón, Cataluña y, sobre todo, Valencia. Por eso lo normal es que la ciudad triplique su población y durante el fin de semana de la puesta del pañuelico alcance los 90.000 habitantes.

Este año no ha sido una excepción y las calles del centro están a tope, no solo por los muchos visitantes llegados de fuera, sino también por los peñistas, que organizados en 20 entidades suman 9.000 personas, un millar más que el año pasado. La propia alcaldesa, Emma Buj, pertenece a una peña, como casi todo el mundo en la ciudad.

La cuestión es que la avalancha humana de todas las Vaquillas supone un reto para la ciudad, que todos los años organiza un dispositivo de seguridad que, como en esta edición, supera el medio millar de integrantes, entre policías locales, nacionales y guardias civiles. Los controles se extienden a los accesos de la ciudad (por el problema del consumo excesivo de alcohol al volante) y al tráfico de drogas. Además, este año, como novedad, también se vigilan dos núcleos cercanos a la capital, como Fuentecerrada o San Blas.

Asimismo, el ayuntamiento ha repetido medidas como la de habilitar una zona de acampada en los campos de fútbol del colegio de Las Viñas, con la que se descongestionan otros lugares de la capital y se minimiza la acampada en lugares no permitidos.

Esta política tiene algunos detractores en el gremio hotelero y en otros sectores ciudadanos, que consideran que se ven afectados los ingresos por pernoctaciones y que el comercio también se resiente.

Además, por segundo año consecutivo, se han colocado cámaras de vigilancia como medida contra las agresiones sexistas en lugares muy frecuentados. Las cámaras han sido solicitadas específicamente para estos días con el objetivo, según explicó Emma Buj, de que en el caso de que se produzcan «tocamientos o situaciones incómodas», pueda investigarse «si hay alguna denuncia».

Esta iniciativa es una más de las puestas en marcha este año en el marco de la campaña De fiesta, sin agresiones sexistas, impulsada por la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Teruel.