E l Tribunal Superior de Justicia de Aragón ha confirmado la condena a Óscar Molina Valle por matar a traición a su jefe, Jordi Milián, con un tiro por la espalda y otro de gracia en el pómulo. La Audiencia de Zaragoza le impuso 15 años de cárcel por el asesinato, otro por llevar sin licencia la pistola con la que le mató, y que nunca apareció, y tres meses por conducir sin carnet al huir de la nave de Mequinenza donde tuvo lugar el crimen, en mayo del 2011.

Los magistrados de este alto tribunal han rechazado las distintas motivaciones del recurso interpuesto por el abogado defensor, Antonio Miguel Rodríguez, dando por válida la actuación del magistrado-presidente del Jurado Popular, José Ruiz Ramo, y de los propios ciudadanos que formaron parte del mismo, ya que llegaron a la conclusión de que era culpable "puesto que él mismo reconoció haber estado lugar y disparado".

De esta manera, no acepta que no fuera tratado con presunción de inocencia o que actuara en legítima defensa porque "no hubo ninguna agresión por parte de la víctima".

Junto a la pena de prisión, Óscar Molina Valle tendrá que indemnizar a la hija del fallecido con 150.000 euros y a cada uno de sus padres con 50.000 euros, por el daño moral inflingido, tal y como solicitó el abogado de la acusación José María Viladés.

Esta muerte se produjo por una deuda de la víctima. El jurado tuvo claro que se trataba de un asesinato al concurrir la alevosía, por haber actuado con "imposibilidad de que la víctima pudiera defenderse" al disparar por detrás.

Después de esta agresión, Óscar Molina, abandonó inmediatamente la nave llevándose la pistola que causó la muerte. En su huida a Rubí (Barcelona) paró en un pinar de Sabadell donde enterró el arma homicida, que nunca apareció.

Los forenses aseguraron que la pistola fue disparada a unos cinco centímetros de la camiseta, atravesando a Jordi Millán, debido a que le salió la bala por el estómago.

El único atenuante que le aplicó el jurado fue el de confesión.