Unos 350 voluntarios de Cruz Roja salieron en la madrugada de ayer a la calle a elaborar el quinto censo de personas sin hogar que duermen a la intemperie en Zaragoza. Y el resultado que se encontraron es que había, en 50 ubicaciones distintas, un total de 120, lo que se significa un ligero descenso con respecto a las 126 que contabilizaron, en un muestreo similar, en el 2016.

Una lectura rápida que, pese a la disminución, resalta la situación igualmente dramática a la que más de un centenar de personas se ven abocadas, pese a la red de protección que ofrece la administración pública para que esto no suceda. Una vulnerabilidad personal en la que, contando con aquellos que sí hacen uso de esos alojamientos, se encuentran en torno a medio millar de ciudadanos en toda la comunidad aragonesa, explicaron desde Cruz Roja.

No obstante, otro de los elementos destacados de este quinto censo en Zaragoza es el que apunta a que el número de mujeres que se encuentran durmiendo a la intemperie casi se ha duplicado. En concreto, de las 9 que se localizaron en el 2016 se ha pasado a un total de 15 en la madrugada del miércoles al jueves, lo que pone el foco en una tendencia preocupante como es la pobreza extrema femenina.

Otros 104 ciudadanos localizados en el censo son hombre, que siempre han representado una inmensa mayoría en este tipo de muestreos a pie de calle. Y uno de los que se encontraron fue imposible de identificar porque estaba muy tapado, informaron desde Cruz Roja.

El objetivo de este trabajo a pie de calle, en el que participaron 350 voluntarios, es el de analizar los motivos y circunstancias que llevan a estas personas a elegir la calle como lugar donde pasar la noche. Y para ello se intentó trasladar una encuesta, a la que solo quisieron responder 66 de ellos, poco más de la mitad.

«El objetivo es acercarnos a que nos digan si lo estamos haciendo bien o cómo podemos mejorar para atenderles mejor», explicaron fuentes oficiales de Cruz Roja en declaraciones a este diario, ya que los datos recabados serán analizados en los próximos días y, después de extraer conclusiones, quizá eso se traduzca en mejoras en los servicios que sí tienen a su disposición.

CONDICIONANTES A ANALIZAR

No obstante, el resultado obtenido, esas seis personas menos con respecto al 2016, no tiene por qué significar que haya disminuido el número de personas sin hogar que duermen a la intemperie, ya que el trabajo, realizado hasta las dos de la madrugada, también pudo estar condicionado, según destacaron algunos de los participantes, a las temperaturas, que en estos días de noviembre están todavía lejos del frío extremo.

Sin embargo, con independencia de la estadística, el trabajo de campo tiene que servir para analizar por qué no eligen algunos de los alojamientos que el ayuntamiento pone a disposición de estas personas, ya que las ubicaciones que eligen para pasar la noche suelen estar en las inmediaciones donde sí obtienen alimento, por ejemplo, como es el albergue municipal.

También destacan que la ocupación actual de estas instalaciones también están al límite de su capacidad real en un periodo en que, hasta que no bajen las temperaturas, sigue funcionando como el resto del año.