Hacía tiempo que no se vivía una comisión con tanta tensión en el Ayuntamiento de Zaragoza como la de ayer. El concejal de Personal, Alberto Cubero, cargó contra la representación sindical con dureza y les acusó de «pervertir» los derechos laborales de los trabajadores, como el de huelga, y «desprestigiar el sindicalismo». Unas acusaciones que llevó a los sindicatos a romper toda negociación con Cubero y exigir una reunión con el alcalde, Pedro Santisteve, que no descartó que el concejal tenga que acabar disculpándose.

Cubero, preguntado por PP, PSOE y Cs, explicó que el pasado 29 de noviembre, coincidiendo con la celebración del debate del estado de la ciudad, se autorizó la celebración de una asamblea de los trabajadores de las brigadas de Arquitectura en el hall del ayuntamiento de 9.15 a 11.00 horas y que a última hora se prohibió. Cubero justificó la decisión alegando que un agente de la Policía Local les advirtió de que lo que querían hacer era irrumpir en el salón de plenos durante el discurso del alcalde, así que ZeC optó por vetar su entrada. Los sindicatos negaron que estas fueran sus intenciones a base de gritos de «mentira» y «sin vergüenza».

Si ya había generado una gran bronca, caldeó todavía más el ambiente al decir que «pervirtieron» el derecho de huelga porque, en lugar de convocarla, lo que hicieron fue solicitar la celebración de una asamblea porque, así, no se descuenta de la nómina la cuantía correspondiente a las horas de paro. «Han pervertido y utilizado un derecho para no perder 50 euros y esto no es de ser buen sindicalista. No lo vamos a tolerar porque están deslegitimando el derecho a la huelga», declaró entre pitidos de los trabajadores a quienes animó a movilizarse y a quienes cuestionó por no haber convocado ni una sola huelga en tres años.

Estas declaraciones tampoco gustaron a la oposición que se quedó perpleja con las «lecciones sindicalistas» que ofreció Cubero. «Se ha pasado de frenada y tiene el morro de insultar a los sindicatos», le espetó la socialista Marta Aparicio. El popular Jose Ignacio Senao le recriminó que cometiera el error de caer en «el insulto» en lugar de negociar con los empleados y Sara Fernández de Cs, le exigió que, después de sus declaraciones, «no vuelva a erigirse como defensor de los trabajadores». Desde CHA, Leticia Crespo le recriminó que un sindicalista reconocido como Cubero, criticase a unos trabajadores por exigir sus derechos laborales.