En la cuenca del río Ebro se han determinado un total de 104 masas de agua subterránea, que son unidades de gestión independientes. En cada una de ellas hay un número indeterminado de acuíferos, buena parte de ellos ya están localizados y otra, todavía sin descubrir. Y es que la importancia de una de estas venas de agua es muy subjetiva, como destacan tanto el ingeniero Víctor Arqued como la geóloga Teresa Carceller.De esta forma, un agricultor puede descartar un acuífero debido a que su explotación no le resulta rentable; sin embargo, un municipio --que consume una cantidad de agua menor-- puede encontrar muy útil y rentable ese mismo acuífero.Los especialistas Arqued y Carceller garantizaron que en la cuenca del río Ebro no hay problemas de sobreexplotación de acuíferos, algo que en cambio sí sucede en otras partes del país. No obstante, en algunos puntos se han tomado medidas cautelares con el objetivo de evitar tener que llegar a la declaración de sobreexplotados, una clasificación muy dura.Tradicionalmente, las aguas subterráneas son explotadas por la iniciativa privada, que lo que espera de un pozo es que sea rentable.