Un año justo después del incendio que destruyó un crucero que navegaba por el río Nilo, 35 turistas aragoneses que se encontraban a bordo han interpuesto una demanda civil contra las agencias de viajes en las que contrataron las vacaciones en Egipto, de 8 días de duración.

Los afectados, que tuvieron que arrojarse al agua a la desesperada para salvar sus vidas, exigen alrededor de 696.000 euros (115 millones de pesetas) en concepto de daños morales, secuelas físicas y pérdidas materiales.

En el crucero, construido íntegramente en madera, realizaban un viaje de placer 140 pasajeros, de los que 37 eran aragoneses. El fuego, originado por una colilla sin apagar o por un petardo que estalló en uno de los camarotes, se produjo sobre las 21.30 horas del 15 de octubre del 2003. El barco se hallaba entonces a unos 550 kilómetros al sur de El Cairo, a la altura de las esclusas de Esna, y se dirigía a la presa de Asuán.

La demanda, presentada por cinco abogados de Zaragoza ante el Juzgado de Primera Instancia número 2 de la capital aragonesa, incluye un informe psicológico que revela que todos los afectados padecen, en mayor o menor medida, crisis de ansiedad y fobia al fuego, a los barcos, al agua y a los espacios cerrados, entre otras alteraciones psíquicas.

ARREGLO EXTRAJUDICIAL "Para muchos de los turistas aragoneses era el viaje de su vida y acabó en una tragedia", explica Carlos Mené de Pedro, uno de los letrados que defienden los intereses de los afectados, junto con Beatriz Diego, David Ortiz, Luis García Medrano y José María Gimeno. "Se trataba de un crucero de lujo que costaba, como mínimo, 2.500 euros por pareja".

El Kempinski , un barco que había sido botado hacía sólo siete meses, transportaba a pasajeros italianos y españoles de distintas comunidades autónomas. De ellos, únicamente los aragoneses han recurrido a la vía judicial para obtener una compensación por la pesadilla en la que estuvieron a punto de perder la vida.

La razón es que en otras partes de España se ha llegado a arreglos extrajudiciales. Por ejemplo, en Madrid, la aseguradora Mapfre ha abonado 14.000 euros a cada afectado.

"En Zaragoza no ha habido acuerdo porque la agencia mayorista ofrecía a modo de compensación definitiva sólo 2.000 euros por viajero, una cantidad que no nos parece suficiente, aunque haya sido aceptada por dos de los afectados", señala Carlos Mené.

La demanda se dirige contra la agencia mayorista y minorista Caivsa (Compañía Aragonesa Internacional de Viajes, SA) y contra las minoristas Vimar, Turopa, Ibercaja Viajes y Carlson Wagon Lit Travel.

La agencia mayorista objeto de la demanda sugirió a los perjudicados entablar acciones conjuntas en los tribunales contra la empresa propietaria del barco, la egipcia Kempinski, y contra su compañía aseguradora. Sin embargo, los letrados de los supervivientes descartaron pronto esa opción.

"Nos pareció que meternos en los vericuetos de la justicia egipcia o internacional sólo iba a complicar el problema y a aplazar su solución, y por eso hemos presentado la demanda contra las agencias españolas que creemos responsables de lo sucedido", apunta Mené.

GRANDES SUMAS DE DINERO Los 365 días transcurridos desde la deflagración del barco, que hoy en día es utilizado como improvisada vivienda por numerosos habitantes de los pueblos cercanos a esa parte del Nilo, no han atenuado el dolor de los supervivientes.

"Perdieron en el barco todo lo que llevaban encima, ropa, cámaras de vídeo, joyas e incluso grandes sumas de dinero, pues los organizadores les habían advertido de que, durante los cuatro días de navegación, no podrían realizar extracciones en los bancos", afirma Mené.

Con todo, las pérdidas materiales no fueron lo peor de la noche del siniestro. Lo más grave, y difícil de evaluar, es el imborrable trauma personal que ha quedado en quienes se embarcaron ilusionados en un viaje a Egipto para conocer sus templos y pirámides.