Los robos en viviendas han sido uno de los delitos que más ha crecido en todo el país con la crisis económica, pero los ladrones, por seguridad, suelen tener la precaución de esperar a que los moradores salgan de la casa. Cuando no lo hacen, a menudo se trata de bandas violentas a las que no les importa usar la fuerza para reducir a los vecinos. Sin embargo, la Policía Nacional ha detenido en Zaragoza a un soñarrero --como se conoce en argot a los asaltacasas nocturnos-- que optaba por las casas habitadas, pero que huía de los enfrentamientos.

Su buen talante, eso sí, no le impedía ser muy activo. De hecho, por el momento le atribuyen 18 robos en Zaragoza y otros cuatro en Segovia, de donde huyó ante el acoso policial. Alguna noche llegó a cometer hasta tres golpes en la misma noche. Pero la suerte se le acabó el pasado jueves, cuando una patrulla le sorprendió in fraganti en una vivienda del Arrabal.

La detención fue fruto de la rápida actuación de una patrulla, pero los investigadores le tenían ya bastante acorralado. No en vano llevaban con el caso desde mediados del pasado mes de agosto, cuando las denuncias marcaron un notable aumento de este inusual tipo de robo en la ciudad. El ladrón aprovechaba las ventanas y balcones abiertos por el calor para entrar en la vivienda, con sus habitantes dentro, y huía tras llevarse lo que tenía más a mano.

Según fueron comprobando los agentes, el ladrón no se tomaba muchas molestias en la planificación de los asaltos, ni buscaba grandes botines. Solía elegir viviendas de bloques sociales y de fácil acceso, en plantas bajas. Allí buscaba bolsos, carteras u objetos de fácil salida en el mercado negro y que se encontraran a la vista.

DESCUIDADO

Algunos de los denunciantes incluso le habían visto, ya que no tenía empacho en encender las luces, e incluso hacer ruido, durante los asaltos. Pero no empleaba la violencia, y huía en cuanto le descubrían.

Esta identificación permitió a los agentes descartar al primer sospechoso, también detenido, como autor material de los robos. En su poder encontraron, tras un rastreo electrónico, uno de los teléfonos móviles que habían sido sustraídos en las casas. Pero las víctimas que habían podido ver al ladrón descartaron que se tratase de K. I. P., de 24 años, detenido a finales del pasado mes de septiembre.

Este, según pudieron determinar posteriormente los investigadores, era un compatriota del ladrón --ambos son búlgaros--, que le acogió temporalmente cuando llegó a Zaragoza huyendo de Segovia, donde ya le buscaba la Policía por estos delitos.

Su compinche, S. M. S., de 34 años, fue finalmente atrapado en el barrio zaragozano del Arrabal, la madrugada del pasado jueves, por una patrulla avisada por el vecino, que sorprendió al ladrón en su casa.

Una vez detenido, y puestos en contacto con sus homólogos en Castilla y León, los agentes del grupo de Robos de la Policía en Aragón le relacionaron también con otros cuatro robos cometidos en Segovia, a principios del mes de agosto, justo antes de huir a Zaragoza. En cualquier caso, mantienen la investigación abierta al tratarse de un ladrón muy activo que podría haber actuado en muchas más viviendas, quizá aún sin denunciar.

Los robos en viviendas y almacenes son uno de los pocos delitos que se han mantenido al alza en los últimos años en Aragón, como en todo el país. En el ámbito rural obligaron a crear la unidad Roca (Robos en el Campo) de la Guardia Civil, que en principio se iba a desplegar solo en Zaragoza pero acabó extendiéndose a las tres provincias. En Zaragoza, la Policía creó el subgrupo específico de Trasteros.

Lo preocupante de este tipo de casos son las bandas organizadas, como la desarticulada el pasado mes de enero entre Zaragoza y la localidad castellonense de Vinaroz. Se trataba de un clan croata, cuyos 14 componentes asaltaban viviendas en toda España, aunque no con sus vecinos dentro.