El baile de cifras por los fallecidos durante la ola de calor del verano pasado continúa sin ser unánime. Los responsables de la Salud Pública aragonesa afirmaron ayer que "no hubo ningún muerto en la comunidad por un golpe de calor", aunque cifraron en menos de diez los muertos por deshidratación e insolación. Sin embargo, el informe Sespas (Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria) sobre valoración del impacto de la ola de calor del verano del 2003 sobre la mortalidad, cifra, sólo en la capital de Zaragoza, en 168 las muertes, que superaron el umbral de las esperadas. El director general de Salud Pública, Luis Gómez López, puntualizó ayer que "nunca se ha superado el valor de lo significativo, con excepción de un pico que se produjo en junio en Zaragoza". De hecho, en Teruel el número de muertos fue menor de lo esperado. Todos los aragoneses fallecidos durante esos meses de verano eran personas de más de 65 años.