La Estrategia Aragonesa del Cambio Climático ya es una realidad. La directora de Sostenibilidad del ejecutivo autonómico, María Pilar Gómez, la presentó esta misma semana. En ella se contemplan retos como reducir un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero o un 26% las difusas.

-¿Cual es el estado de salud del medio ambiente aragonés?

-Está saludablemente bien. A nivel de contaminación atmosférica no estamos sobrepasando ninguno de los límites establecidos en la normativa. No hay ningún tipo de preocupación. El gran problema que tenemos es el de la gestión de los residuos del lindano y todo el control de la contaminación en ese ámbito. Es el máximo problema ambiental, que tenemos controlado. Hemos puesto muchos recursos para su correcta gestión y para minimizar en todo lo posible el riesgo que puede haber.

-¿Y en lo referente al cambio climático?

-Cuando hablamos de cambio climático, lo hacemos de emisiones. En el caso del CO2, no es un contaminante como tal pero sí que está provocando una serie de efectos, como el incremento de la temperatura del planeta, que sí que está afectando y que tiene unos efectos adversos a los que nos tenemos que adaptar. Tenemos que hacer un gran esfuerzo en la mitigación de esas emisiones.

-¿Cómo se han empezado a notar sus efectos en Aragón?

-Estamos haciendo estudios relacionados con este tema. En uno de los que más nos hemos basado para establecer el diagnóstico para la estrategia está en la labor que se está haciendo a través de la comunidad de trabajo de los Pirineos, en el Observatorio Pirenáico del Cambio Climático. Ha hecho unas ratios de calentamiento en zonas de alta montaña que se empiezan a notar ya. Y, sobre todo, lo que hemos estado analizando son las proyecciones a largo plazo, en el siglo XXI; previsiblemente, con los modelos que se están trabajando, todos nos están confirmando que hay un incremento de la temperatura.

-¿A qué responden esos objetivos de reducción del 40% de los gases de efecto invernadero y del 26% de las emisiones difusas?

-Hemos de trabajar apoyando los compromisos que tenemos en el plano internacional. Uno de los que tiene la UE es precisamente la disminución de un 40% de las emisiones con respecto a los años de referencia. Tenemos que contribuir, como dicta la estrategia, a conseguir ese compromiso con respecto a los niveles de 1990 a nivel europeo. España, como Estado, se ha comprometido y nosotros, como comunidad autónoma, tenemos que contribuir en la medida de lo posible.

-¿Cuál sería el principal problema, en ese sentido?

-El de las emisiones difusas. Tenemos un sector regulado que lo forman cuarenta empresas con una normativa muy específica y unas obligaciones de cumplimiento. Están controladas y nos puede preocupar menos. Pero el sector difuso es tan amplio como el del transporte, el residencial o el agroalimentario. De ellas no tenemos un control tan directo. Dependen mucho de hábitos de la vida diaria; de cómo nos desplazamos o cómo climatizamos nuestro edificio. Son mucho más complejas de tratar y por eso queremos establecer este compromiso.

-¿Ven factible alcanzar estas metas?

-Soy una convencida del sí. Ahora, hay que trabajar mucho. La estrategia invita a que nos comprometamos todos. Que todas las entidades, asociaciones, administraciones, incluso a nivel particular, tengamos un plan de acción. Y eso supone que podamos llegar a compromisos para cambiar hábitos individuales. Tenemos que trabajar entre todos, especialmente en el tema del sector difuso.

-¿Tenemos potencial para llegar a ese 32% del consumo producido por energías limpias?

-En ello estamos. Hay una apuesta muy clara por las energías renovables en Aragón. Ahora es mucho más fácil que pueda haber proyectos eólicos o de energía solar. Si está el compromiso en la estrategia es porque entendemos que sí. Tenemos las condiciones físicas y geográficas en nuestro territorio como para que este tipo de tecnologías puedan funcionar, además de un sector industrial potente en esta materia. Reunimos todas las condiciones.

-¿Cuál sería el mayor reto de esta estrategia?

-Que cualquier ciudadano sea capaz de valorar que sus decisiones de consumo, por ejemplo, pueden influir en esas emisiones. Que realmente seamos conscientes del gran poder que tenemos como consumidores para elegir. Por ejemplo, trabajar con una compañía u otra según el porcentaje de renovables que utiliza. Claramente, el mayor impacto está en la concienciación de cada uno. Quizás el reto es más fácil a la hora de concienciar en las empresas, porque esos ahorros también los pueden medir en lo económico. Pero es más difícil hacerlo en esos pequeños gestos que, entre todos los que somos en el planeta, el efecto es impresionante.

-Y sobre el futuro decreto de purines, ¿podría comentar alguno de sus puntos clave?

-Se da forma a los centros gestores de purines, lo más importante. Se va a intentar que esos purines se gestionen desde estos centros, de forma que el ganadero tenga que gestionarlos a través de una unidad central que nosotros podamos controlar. Que permita una trazabilidad; a dónde va el purín, cómo llega hasta allí, qué condiciones cumple… que haya un mayor control y que toda esa contaminación que puede surgir en las aguas subterráneas la podamos controlar. También, las actualizaciones que se dan para las granjas. Pero el mayor avance está en los centros gestores de estiércoles.

-¿Qué balance hace de los dos años que lleva en la dirección?

-Hemos trabajado mucho y de forma muy intensa. Uno de los grandes esfuerzos ha sido el de establecer una dirección en la que consolidar todas las actuaciones, como la estrategia del cambio climático, o la de Biodiversidad y Red Natura que presentamos la semana que viene. Hemos hecho un gran esfuerzo de análisis y diagnóstico, ver dónde estamos y, sobre todo, hacia dónde queremos avanzar.