--¿Qué balance hace de la primera gran asamblea de Podemos, en las que usted y un grupo de miembros de Podemos confrontó un modelo de organización frente al propugnado por Pablo Iglesias, que finalmente fue el que se eligió?

--El balance es muy positivo. Todo el mundo intuía que el documento que presentaban los compañeros y Pablo Iglesias era el que iba a resultar elegido, pero con nuestra participación se consiguió poner encima de la mesa otro tipo de ideas y planteamientos que de algún modo han entrado a formar parte del debate. La discusión se ha enriquecido y las ideas ahí siguen. Podemos es un movimiento en eterna construcción, nada está grabado en piedra, como dijo Juan Carlos Monedero, y somos fluidos como la sociedad. Aunque ahora se haya pensado que por las urgencias del año electoral se necesita una dirección fuerte, quizá cuando los tiempos sean otros podamos volver a plantear nuestras ideas de una organización más innovadora y plural y se integren dentro del proyecto.

--De hecho, su propuesta era más próxima a los principios originales de Podemos, con una estructura más horizontal y menos personalista...

--Nosotros entendíamos que sí y además entendíamos que era lo que veníamos haciendo hasta ahora. Defendíamos una portavocía múltiple porque de facto ya se da. También pedíamos más autonomía de los Círculos de Podemos, como se da ahora. Queríamos que los cargos se eligieran por voto directo como hicimos en las elecciones europeas. Es verdad que los retos que tenemos ahora por delante son más complicados que las europeas y eso puede sugerir una organización diferente a la que manteníamos, pero nosotros entendíamos que no hacía falta, que seguir igual era ganador.

--¿Sigue siendo buena su relación con Pablo Iglesias? ¿Estas discrepancias suponen un primer cisma en su formación?

--Sí, por supuesto, la relación es buena. El equipo de Iglesias manifestó en reiteradas ocasiones que no estaban dispuestos a seguir al frente si no salían adelante sus propuestas. Pero lo han dicho de una manera un poco ambigua y yo creo que al final tanto Pablo como el resto de su equipo habrían estado donde la gente les hubiese pedido que estuvieran. Y en eso hubo unanimidad total.

--Choca la imagen de un partido tan ciudadano y asambleario que, a su vez, presenta unos liderazgos tan fuertes y personalistas. ¿No es un peligro?

--Es un peligro, está claro. Pero la realidad a veces no es como queremos que sea, sino como es, y la gente se relaciona con caras más que con programas. No lo vamos a poder evitar, pero tenemos que ser inteligentes como para poner los controles y contrapesos necesarios para que esa dinámica se reduzca con el tiempo y cada vez las caras sean menos importantes y más las decisiones colectivas. Aunque todos los votos son iguales.