El debate sobre las características de ese espacio o museo dedicado a Goya merecería no quedar sujeto al consbido mamoneo político del si tú me dices blanco yo te respondo negro y si negro, blanco. Aunque, visto lo visto, dudo que tirios y troyanos sean capaces de resistir la tentación de enterrarse hasta las corvas y darse de garrotazos (verbales).

No insistiré en que Goya es el personaje aragonés más universal y nuestro mejor argumento para vender Zaragoza y Aragón en el mundo entero. Esto es una obviedad (aunque no haya sido tomado en cuenta hasta ahora por nuestros mandamases y nuestras fuerzas vivas, ¿vivas?). Pero lo que hoy se debe dilucidar es si existe capacidad para montar al fin un museo de pequeño, mediano o gran porte. Y ahí es clave captar la numerosa obra actualmente en manos de particulares (obra acreditada, claro) que podría ser exhibida en depósito. Tampoco estaría de más atar la cesión de algun cuadro propiedad de la Santa Madre Iglesia, porque sus Ilustrísimas son de mucho pedir pero dar... no suelen dar ni la hora. Además un museo tiene algo de espectáculo y de propuesta didáctica, lo que nos situaría, por ejemplo, ante la opción de generar reproducciones de los grandes frescos y pechinas (que hoy se podrían copiar exactos por procedimientos informáticos, para ser contemplados de cerca), de acopiar cuadros de predecesores y discípulos de Goya, de recrear la época en que vivió, pintó y sufrió el genio de Fuendetodos (la España de finales del XVIII, la guerra de la Independencia y demás) y de montar, entre otras cosas, un centro de estudios avanzados capaz de espertificar obras con todas las garantías. Si la apuesta va por ahí (a servidor es lo que más le cuadra), debería pensar el Gobierno aragonés en ir a un escenario más ambicioso que la Escuela de Artes y seguir la propuesta del PP: construir un edificio singular que resuma lo ambicioso del proyecto. A ver si de una vez hacemos algo a lo grande.