El trance fueron dos corbatas. Una azul con topos rojos. Otra roja con topos azules. Jueves y viernes respectivamente. Y al salir ayer del hemiciclo una frase, casi a modo de suspiro: "He sobrevivido a esta semana". El nuevo consejero de Hacienda, Javier Campoy, acabó su comparecencia y se marchó con el maletín de los números. Esos que aún bailan en su cabeza. Tiene previsto encerrarse con la presidenta, Luisa Fernanda Rudi, para aplicar la tijera en el ya malherido presupuesto del 2014.

El maellano dejó esta semana su escaño, entre Mamen Susín y Marimar Vaquero Ahí tenía siempre a mano la bolsa de las golosinas de colores. Ya había dicho en más de una ocasión que era difícil estar mejor acompañado en el hemiciclo. Ahora ha saltado la barrera, donde no es posible balancear las piernas. Es el número tres del Gobierno. En esos lares solo quedan ya rayos y centellas.

Como consejero de Hacienda en solo dos días, jueves y viernes, con esas dos corbatas de por medio, ya ha demostrado que es un bregador parlamentario. No se escondió en el debate. Habló aún más como portavoz que como titular de un departamento. Y dijo lo único que es posible en medio de las estrecheces de los plazos, que su objetivo es volver a la "senda de la estabilidad". Del plan económico-financiero ni mu. Entre otras cosas porque desconoce por dónde irán los tiros. Faltan los informes del Ministerio de Hacienda. También los conocimientos para saber cómo hacer que la ecuación cuadre. Tiene ya al equipo, con Blanca Soláns, su directora general de Presupuestos al frente, sacando humo.

Ayer tuvo menos trabajo del esperado, el PSOE retiró dos de sus preguntas y aplazó otras tres. No pudo evitar la interpelación de IU. Ante la falta de propuestas concretas repitió el discurso que ya había formulado en su estreno del jueves: existe margen para el recorte --qué remedio--; hay líneas rojas que no se van a cruzar, y los servicios sociales están garantizados.

Adolfo Barrena ya le sacó tarjeta amarilla --literal--; el consejero no había respondido a ninguna de sus preguntas. Para compensar, el grupo popular brindó a Campoy los únicos aplausos de la tediosa mañana plenaria. No le faltan simpatías en la bancada azul. No hubo tarjeta roja del portavoz de IU, y eso que el titular de Hacienda no contestó a nada. 72 horas en la plaza de los Sitios --sede del departamento que engulle consejeros-- no parecen suficientes. Hay margen para el recorte, y también para Campoy. Y si se trataba de sobrevivir, objetivo conseguido, de momento.