El exmilitar serbio conocido popularmente como Igor el Ruso será juzgado esta semana en la Audiencia Provincial de Teruel. Se sentará en el banquillo el próximo martes por el intento de asesinato de dos vecinos de Albalate del Arzobispo el 5 de diciembre del 2017, el origen de la batida que realizó la Guardia Civil con escasos medios a la que se sumaron algunos vecinos y que se llevó por delante la vida de dos agentes del instituto armado y del ganadero que les ayudó en las tareas de rastreo. Este triple crimen ocurrió en Andorra, el 14 de diciembre del 2017. Sus antecedentes criminales, su perfil psicológico y el aviso que dio en la cárcel de Zuera de «cualquier día va a tener que pasar algo importante aquí», que motivó que fuera trasladado a otro centro penitenciario con más seguridad, han hecho que Teruel se blinde para este juicio.

El Gobierno de Aragón, a través de la Dirección General de Justicia, ha encargado una especie de pecera realizada de policarbonato. Tiene unas dimensiones de 2x2 metros y una altura de 2,40 metros, con un coste de 7.000 euros más IVA. Una medida de seguridad que fue solicitada por el presidente de la Audiencia Provincial de Teruel, Fermín Hernández.

La cabina, que será portátil, se instaló el viernes en la parte derecha del estrado, zona en la que se sientan los acusados tras haber declarado ante el micrófono desde el centro de la sala y próxima a su abogado defensor, Manuel Martín Calvente, para cumplir la ley de enjuiciamiento criminal.

Medidas

No será la única medida. El Ministerio del Interior también ha activado un plan especial de seguridad en la capital turolense y en el interior del Palacio de Justicia de la ciudad. El número de efectivos tanto de Policía Nacional como de la Guardia Civil van a incrementarse. Igual que en el traslado de la cárcel de Zuera, a dónde regresó la pasada semana para la celebración del juicio, a Teruel. Una paradójica seguridad que se aumenta ahora que va preso, pero que no se implantó en diciembre del 2017 cuando los vecinos de Teruel la exigían y que acabó en un triple crimen en Andorra.

Igor el Ruso, cuyo verdadero nombre es Norbet Feher, afronta 23 años de prisión en el juicio que se celebra el martes. Este hombre se adentró en las sierras de Teruel en su huida por unos asesinatos en Italia, donde vivió de robos y hurtos hasta el 5 de diciembre del 2017, día en el que fue sorprendido en el interior de una casa de campo cercana a Albalate del Arzobispo, cuya cerradura había violentado previamente.

El propietario de la casa, al advertir que la cerradura había sido manipulada, pidió al herrero del pueblo que le acompañara, y en el momento de disponerse a entrar en el interior fueron sorprendidos por los disparos efectuados con una pistola. A pesar de resultar heridos y tener que ser intervenidos posteriormente, el herrero y el propietario del inmueble consiguieron huir y dar la voz de alerta en el pueblo.

Nueve días más tarde se produjeron los asesinatos de dos guardias civiles y de un ganadero en una pequeña casa de campo (masico) ubicada en el municipio de Andorra, hechos por los que Igor el Ruso será juzgado en una fecha todavía por señalar en la Audiencia de Teruel.

El fiscal tipifica los hechos como presuntos delitos de homicidio en grado de tentativa, por cada uno de los cuales pide condenas de 9 años y 11 meses de prisión, y de tenencia ilícita de armas, por el que el ministerio público reclama otros 3 años, así como indemnizaciones para los perjudicados por un total de 116.821 euros.

Informe

Las psicólogas forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), Cristina Andreu y Victoria Mínguez, señalaron en un informe que Igor el Ruso es un «psicópata». «Presenta unas características de personalidad y sus antecedentes delictivos permiten calificarlo de muy peligroso», señalaron.

Las forenses analizaron su estilo de vivir, ya que este hombre de 37 años nacido en Serbia llegó a España en bicicleta, llegando a dormir en pleno monte turolense. Respecto a esta faceta, aseveran que «tiende a la asunción de riesgos debido a su baja ansiedad y ausencia de miedo, una características que le predispone a aceptar retos y adoptar riesgos». Resaltaron que es una persona antisocial, puesto que presentó problemas de delincuencia en etapas tempranas, mostrando versatilidad criminal.

Destacaron, especialmente, su trastorno narcisista de la personalidad «con un sentido de la autoimportancia y con reacciones de enfado-ira cuando se le cuestionan sus especiales habilidades paramilitares». «El esfuerzo físico tiene como objetivo no solo la mejora de sus capacidades y del componente estético, sino que también le proporciona una percepción de control y poder con la que disfruta», argumentaron estas forenses, quienes aseveraron un detalle curioso: «en sus lecturas de cómic se identifica sin confusiones de identidad de tipo delirante con los personajes más poderosos y fuertes».

Otro aspecto es «la falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado o robado a otros e irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas».