Francisco Javier P. S. negó ayer cualquier relación con el timo y agresión que sufrió un anciano zaragozano hace casi cuatro años en Zaragoza, por el que acabó con 6.000 euros menos, agredido y abandonado en un camino del polígono Plaza. El joven afirmó que aquel día estaba «firmando en el juzgado de Navalcarnero», donde reside, como medida cautelar por otra causa.

Francisco Javier P. S. es el segundo acusado que va a juicio por el mismo caso, y su compañero, en su día, ya fue absuelto por la falta de contundencia en la identificación por parte de la víctima. Su abogado ayer, el penalista José Cabrejas, incidió en ello, al preguntar a la Policía por qué, en la segunda identificación fotográfica policial solo habían exhibido la foto por separado del acusado, en lugar de la suya entre muchas, como es costumbre. Los agentes afirmaron que «es habitual», tanto como la otra forma, y que si no se las enseñaron antes fue porque no tenían fotos de perfil actualizadas.

El letrado recordó también que, en la rueda de reconocimiento del juzgado, la víctima no reconoció con claridad al acusado. «Estaba muy oscuro», justificó el anciano, si bien en la sala tampoco estuvo muy contundente. «Podría ser este, sí», expuso, señalando al acusado. «El gesto de la nariz es de él», añadió.

La víctima explicó cómo, el 14 de octubre del 2014, se le acercó un hombre «diciendo que le habían tocado los iguales». Según el fiscal, se trataba del conocido timo del tocomocho, en el que un timador simula tener un premio de lotería, que por cualquier motivo no puede cobrar, y ofrece a la víctima dárselo a cambio de una cantidad de dinero menor que la que se llevará. Para ello cuenta con otro gancho -que en este caso sería el acusado ayer- que simula entrar en el negocio, ofreciendo a la víctima ir a medias. Al zaragozano, al que abordaron en la plaza de San Gregorio, le propusieron aportar 12.000 euros.

La víctima no explicó tanto al tribunal, pero vino a decir que él «no quería, pero a lo que me iba a ir, vino el otro, y yo ya estaba atontado, no sabía ni qué hacer. Me obligaron a ir con ellos, me llevaron a un banco y no me dieron dinero. Luego a otro, y me lo dieron». Fueron 6.000 euros, la mitad de lo que le requerían.

AGRESIÓN / Obtenido el dinero, siguió contando, «me metieron a un coche, se me llevaron, y me dieron un golpe en el oído y otro en la nariz, que echaba sangre. Me quitaron el DNI, la alianza y el pase del autobús», contó, y le dejaron tirado en un camino, del que le recogió la Policía Nacional, alertada por la Guardia Civil.

Por estos hechos, el fiscal mantuvo una petición de dos años y diez meses de cárcel, por la tentativa de estafa (al final no fue tal, porque el dinero se lo quitaron a golpes), el robo con violencia y la falta de lesiones, por la que añadiría una multa de 240 euros.

Fue la misma pena que en su día solicitó para el otro acusado, Rafael S. I., que fue juzgado hace meses cuando el acusado de ayer permanecía en paradero desconocido. Aquel fue absuelto por la citada falta de contundencia en el reconocimiento. Ayer declaró como testigo, y volvió a repetir que no sabía por qué su ADN estaba en la chaqueta que la víctima arrancó a uno de los timadores. «Yo dejó la ropa que no uso en un contenedor», alegó.