Las posibilidades de que cualquier candidato sea presidente del Gobierno de Aragón y del Ayuntamiento de Zaragoza siguen siendo las mismas que hace exactamente cuatro días. Ni el aspirante socialista, Javier Lambán, ni el popular, Luis María Beamonte, ni el tercero en resultados pero que también se ha postulado, Daniel Pérez de Ciudadanos, han dado más pasos que el de un tímido contacto. El que los candidatos de los dos partidos más votados realizaron mediante una llamada telefónica al tercero en discordia. Un sondeo para explorar las opciones, aunque no será hasta principios de la semana que viene cuando se comenzará a despejar el panorama. Porque además, protagonistas secundarios pero imprescindibles para facilitar la gobernabilidad, tampoco mueven ficha. Tanto el candidato del PAR, Arturo Aliaga, como el de Vox, Santiago Morón, mantienen una calculada ambigüedad. El primero, para no cerrarse ninguna puerta ni a la oferta de pentapartito que proponen CHA o IU. El segundo, porque su líder nacional, Santiago Abascal, muestra firmeza ante Ciudadanos y se cierra a revalidar pactos entre las tres derechas como los que firmó en Andalucía. Aunque es cuestión de tiempo que las posturas ahora inflexibles se relajen.

POCAS PISTAS / En cualquier caso, la ambigüedad de los partidos que tienen en su mano dar la gobernabilidad deja pocas pistas sobre lo que puede pasar. El candidato de Ciudadanos se reivindica como presidenciable, aunque la lógica indica que es el que lo tiene más difícil. En cualquier caso, y más en el de Ciudadanos, será la dirección nacional quien decida el futuro de la formación en Aragón, donde el partido naranja tiene un papel decisivo para configurar tanto el gobierno autonómico como el municipal. Aunque en sus declaraciones anteponen cualquier acuerdo a una negociación sobre programas (en la que no esconden su mayor sintonía con el PP), en la misma pesará sin duda las posibles responsabilidades que le otorguen. Es decir, los sillones.

Hoy es el PP autonómico quien tiene su reunión ejecutiva, en la que Luis María Beamonte marcará las líneas a seguir en los próximos días. No renuncian a presidir Aragón, y lo van a intentar, aunque existe una sensación de que alcanzar el Ejecutivo es tarea complicada. Y más si el PAR mantiene su posición de que no quiere ir con Vox ni a la vuelta de la esquina. Y porque tanto el PSOE como Ciudadanos mantienen extrañas aproximaciones. Ambos partidos mantienen una tensión propia de un muelle: cuanto más se tensan, más probabilidades tienen de acercarse. Mientras tanto, el PP nacional ha designado al presidente provincial de Zaragoza, Javier Campoy, miembro de la mesa negociadora. Campoy tendrá la responsabilidad, compleja, de supervisar los pactos y negociar las distintas opciones posibles. En la derecha, se resisten a hablar de posibles cambios de cromos, algo que han criticado continuamente de la izquierda, pero en el fondo, el PP teme que esa sea una opción que pueda ocurrir con Ciudadanos. También el PSOE -con el acercamiento de Sánchez a la formación naranja que está comenzando a generar un runrún de malestar en la militancia- considera que podrían darse pactos de distinto signo en las diferentes instituciones.

Incluso nadie descarta la opción de que acuerdos en alcaldías de ciudades medias de Aragón que ahora parecen muy fáciles, puedan complicarse y haya vuelcos inesperados. La fecha límite para saberlo, el 15 de junio, cuando los ayuntamientos se constituirán. Cinco días después, la Mesa de las Cortes.

Pero ese 15 de junio queda todavía lejano para dos candidatos que miran con mucha preocupación cómo corre el reloj. Es el caso de Jorge Azcón, que lleva años ansiando ser alcalde de Zaragoza, y Pilar Alegría, temerosa de que pueda quedar descolgada dentro de su propio partido en Aragón a la hora tanto de pactar como de tener una fuerza orgánica que le daría sobre todo ser alcaldesa. Por eso, y de forma prácticamente individual, ambos mueven los hilos y tratan de imprimir velocidad a las opciones que cada uno de ellos puede tener para ser alcalde. Los binomios Lambán-Alegría y Beamonte-Azcón -con opciones cada uno de los cuatro elementos que los componen para presidir las instituciones a las que aspiran- son complicados de gestionar.

De momento, toda gestión que se haga se hará a puerta cerrada. Y con cautela. Cualquier movimiento en falso puede dar al traste con cualquier aspiración.