Pedro (nombre ficticio del testigo) trabajó para el Negociador Bancario durante tres años. Lo conoció a través de una persona, quien le resaltó la actividad profesional de este despacho zaragozano que se dedicaba a luchar contra «las cláusulas abusivas» de los bancos. No lo dudó, admite a EL PERIÓDICO, puesto que «aunque desconfió al principio e investigó, la necesidad de ayudar a clientes suyos le llevó a contactar con él». «Viajé hasta Zaragoza, me entrevisté con A. G. T. y le expliqué que tenía clientes en una situación muy crítica», señala Pedro.

En aquel momento, A. G. T. le propuso que actuara como enlace suyo a cambio de percibir una comisión de un 10%. Le trasladó un centenar de clientes por los que percibió unos 20.000 euros. No hizo negocio, tal y como denuncia este hombre, quien señala que ha pagado de su propio bolsillo casi 40.000 euros.

Una de las familias que han denunciado y que se pusieron en contacto con el Negociador Bancario a través de él estuvo a punto de quedarse sin la casa en la que ellos viven y la de su hija. Explica que hipotecaron ambas propiedades para hacer frente a las deudas de su empresa que había entrado en concurso de acreedores y que el Negociador Bancario les dijo que no se preocuparan que no se quedarían sin las viviendas. Tras desembolsar 25.000 euros, la entidad financiera procedió a subastar. «No se han quedado en la calle tras contratar a un prestamista, pero eso también vale mucho dinero», recalca.

Pedro recuerda el día en el que rompió las relaciones con esta empresa zaragozana. «Él prometía acudir a la Justicia europea para echar atrás las cláusulas abusivas, al principio bien, pero luego empezaron a ejecutarse las subastas de pisos y le pedí explicaciones», asevera, mientras apunta que a eso se añadió «que se cambiaba el contrato con los clientes porque Consumo impedía hacer promesas sobre algo judicial». Ahí vio que podía haber irregularidades y que no quería participar en las mismas. L. M. G.