Manuel Izaguerri Sánchez hace honor a Zaragoza, la ciudad en la que nació hace 58 años y que entre sus títulos está el de «muy heroica» y «siempre heroica». Ayer lo demostró cuando no dudó en bajarse del autobús urbano de la línea 53 que conducía y evitó que una joven fuera degollada en pleno camino del Pilón, en el barrio de Miralbueno. Un día después de demostrar esta valentía, este hombre reconoció que «lo volvería a hacer mil veces y con los ojos cerrados, aunque me costara la vida porque ella me pedía que le salvara, que no quería morirse».

Tras recibir la enhorabuena por parte de sus compañeros y del responsable de la empresa Avanza, que le dio el día libre, Manuel admitió que no ha respirado tranquilo hasta que le han dicho hoy -por ayer- por la mañana que la joven de 23 años se encontraba bien y que había subido a planta. «Estoy muy orgulloso de haberle salvado la vida»,

Este hombre relató que eran sobre las 20.30 horas cuando llegaba al final de la línea 53. A la altura de la farmacia del camino del Pilón vio que en el asiento del conductor de un coche había una chica, con las piernas ya fuera, que pataleaba y gritaba.

ATAQUE

«Pensé que le había dado un ataque de epilepsia porque al agresor no le vi, ni tampoco el cúter. Eché el freno de mano, bajé y entonces le ví a él cortándole el cuello. Agarré a la chica de las piernas y de un tirón la saqué a la calzada, entonces él empezó a cortarse el cuello y lo dejé mientras atendía a la joven», destacó.

En ese momento, según este hombre, Fabio Miguel C. C., intentó agarrar a la chica por los pelos y él le sujetó, momento en el que recibió un corte en la mano izquierda que le han suturado en el hospital provincial con tres puntos. Acto seguido recibió el apoyo de más viandantes que le ayudaron a mantener sujeto al agresor hasta que llegó la Policía Nacional y las dos ambulancias del 061.

«Fue una cuestión de segundos, tras ver que le cortaba el cuello había que sacarla de ahí como fuera y le pegué un tirón y no me preocupó él, luego intenté reducirlo», recordó.

Manuel está casado y es padre de un chico y una chica de las mismas edades que el agresor y la víctima, es decir, 34 y 24 años. Una familia que le ha preguntado si estaba loco «por no haber pensado que podía estar en peligro», aunque al mismo tiempo le han agradecido lo que hizo. «Para mí no es una locura», espetó. Además, resalta que es vecino del barrio de Garrapinillos, como la víctima, y que su hija fue al instituto con la joven agredida. No es la primera vez que ayuda a alguien, ya que, años atrás, excarceló a un herido en un accidente y evitó que una joven se ahogara en una piscina.

Al reconocimiento de su círculo cercano se sumó el de la delegada del Gobierno en Aragón, Carmen Sánchez, y del alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, que va a recibirle en su despacho.