Prudencio M. B. admitió ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza que conducía un coche no adaptado a su discapacidad --tiene la pierna derecha amputada-- cuando, el pasado 1 de febrero, trató de eludir un control policial metiéndose marcha atrás en una calle. El hombre explicó que utilizaba la muleta para sustituir a su pie derecho al pisar el acelerador y el freno.

Sin embargo, lo que le obligó a sentarse en el banquillo de la Sección Primera no eran esas maniobras de pilotaje, sino las nueve papelinas de heroína que la Policía, según coincidieron dos agentes, le vio tirar cuando le pararon. Pero de la droga, por cuyo tráfico la Fiscalía le pide seis años de prisión, el hombre aseguró que no sabía nada.

Según explicó cuando vio el control en el paseo Tierno Galván pensó "me van a multar y me van a quitar el coche". Por eso se fue marcha atrás por una calle perpendicular, expuso. Tras darle el alto cuando aparcaba, los agentes le cachearon 20 minutos y "al rato vinieron con una bolsa y me dijeron que qué era. Yo les dije 'vosotros sabréis'".

Los agentes, sin embargo, aseguraron que salió del coche con una muleta --él afirma que necesita dos-- y con una mano en el bolsillo, y le vieron hacer el gesto de tirar algo cuando la sacó. Uno de los agentes incluso afirmó haber visto la bolsa de las papelinas.

Su abogada, la penalista Olga Oseira, pidió su absolución por las lagunas de la versión policial --por ejemplo, que tardase tanto en deshacerse de la droga--, y porque, de ser suya, no se había probado que fuera para traficar con ella. El hombre es consumidor "esporádico" de heroína, según dictaminó una forense. Y tiene dos condenas por tráfico de estupefacientes del 2005.