Numerosos pueblos de Aragón han vivido este fin de semana una explosión de emociones y reencuentros con la llegada de miles de visitantes, la mayoría de ellos de Zaragoza, que han podido recalar en sus segundas residencias o en sus pueblos de origen tras tres meses sin poder hacerlo por las restricciones de movilidad del coronavirus. Esto se ha notado en el tráfico, especialmente en el puerto del Monrepós, principal vía de acceso al Pirineo, que ha duplicado la circulación respeto al fin de semana anterior, según estimaciones del Centro de Gestión de Tráfico de la DGT. A pesar de movimiento, la ocupación en los alojamientos turísticos ha sido testimonial.

Se trataba del primer fin de semana en el que era posible viajar entre las tres provincias aragonesas, tras la entrada de la comunidad en la fase tres de la desescalada el pasado lunes. Los flujos de movilidad se han incrementado de forma notable en las principales de vías de acceso y salida de Zaragoza, sobre todo el viernes y este domingo, aunque el tráfico fue fluido en todo momento y no se registraron retenciones, salvo en la A-23 a la altura de Cadrete, donde ha llegado a producirse en la tarde de este domingo un atasco de dos kilómetros en dirección a Zaragoza debido a que uno de los carriles está cortado por obras en un tramo. En el Monrepós, la circulación ha sido muy intensa también en esta jornada, pero no han llegado a producirse "retenciones significativas", según fuentes de Tráfico

En concreto, el pasado viernes se contabilizaron 215.778 movimientos en las salidas y entradas a la capital aragonesa, algo menos de los 220.889 que hubo el lunes, el primer día que se permitía la movilidad interprovincial. El viernes 13 de marzo, un día antes de se declarara el estado de alarma, se produjeron 244.636, una cifra que se prevé alcanzar cuando se abra la circulación entre comunidades autónomas a partir del lunes 22 de junio.

LA HOSTELERÍA SE REACTIVA

Para el turismo, este fin de semana ha marcado en muchos casos el reinicio de la actividad tras tres meses en barbecho, aunque todavía permanecer cerrados la mayoría de los hoteles y las cifras de ocupación de los alojamientos abiertos son muy bajas. A pesar de ello, el sector empieza a ver la luz al final del túnel. «Estamos muy contentos. Se ha notado mucho movimiento de gente de la región, aunque lógicamente lo hemos notado más en el restaurante y la terraza que en el alojamiento», explica Anabel Costas, vicepresidenta de la Asociación Provincial de Hostelería y Turismo de Huesca, que regenta el hotel El Privilegio de Tramacastilla de Tena. «Muchos visitantes están redescubriendo estos días los lugares maravillosos que tienen cerca de casa y eso es buenísimo», afirma.

Muchas familias zaragozanas subieron a Jaca «darse una vuelta» por sus apartamentos, a los que no habían podido ir desde mediados de marzo. Y la misma escena se ha repetido en muchas localidades del Serrablo y la Jacetania, que suman 15.000 segundas residencias entre apartamentos, chalets y casas rehabilitadas.

La mayoría de los negocios de hostelería de Jaca han puesto sus negocios a punto este mes de junio, a la espera de la atenuación del confinamiento. Hasta hace pocos días, muchos estaban cerrados. "Este fin de semana se ha trabajado mucho pero habríamos hecho más todavía de no ser por la distancia de seguridad entre mesas, que ha hecho que no podamos atender a algunos clientes», señala un hostelero jaqués.

La ocupación en las casas rurales ha sido «anecdótica», apunta Jesús Marco, presidente de la Federación Aragonesa de Turismo Rural (Faratur), que cuenta con un alojamiento en San Martín del Río (Jiloca). «Ha habido algo de movimiento en las zonas de montaña, como el Pirineo y la Sierra de Albarracín, pero poca cosa», agrega.

Aunque el año se de por perdido, el empujón definitivo para la recuperación del turismo interior de Aragón se prevé que llegue a finales de este mes, con la llegada de visitantes de otras comunidades autónomos, sobre todo de catalanes, madrileños y vascos, así como valencianos, en el caso de Teruel.