Viven en continentes diferentes, pero comparten el mismo mundo. Un mundo a veces gratificante, pero a menudo caótico. Y sobre todo un mundo que según ellos puede ser mejor. Son tres profesores de la Universidad de Zaragoza de diferentes edades y de diferentes centros con diferentes situaciones laborales que al hilo de las elecciones esbozan su visión del campus aragonés.

Guillermo Pérez Sarrión es el más veterano. Es profesor titular del Departamento de Historia Moderna, tiene 56 años y más de 30 de experiencia en la docencia. Comparte algunos postulados de Colectivo y de Renovación, aunque no se define como simpatizante de ningún grupo organizado de profesores. Nacho Pulido, de 34 años, es profesor asociado en el Departamento de Informática e Ingeniería de Sistemas y colabora con CAPI, un grupo de docentes. David García, de 27, es becario en la Facultad de Ciencias.

Pérez Sarrión abre el fuego con una definición personal de la universidad: "Un montón de cajones que se ignoran unos a otros". Pulido asiente: "Es cierto. Es muy complejo, pero es que no se hace nada para que haya coordinación".

En seguida se habla de las condiciones laborales y económicas del profesorado no funcionario. "Los programas de los candidatos hablan de calidad. Pero, ¿se puede llegar a la calidad a través de la precariedad?", se pregunta Pulido para contestarse inmediatamente: "Sí, eso es lo que se está haciendo". Y lo dice un profesor asociado que trabaja, dice, unas 50 horas semanales y que cobra mil euros al mes. "La universidad se aprovecha de nuestra buena voluntad. Funciona gracias a eso, porque en mi departamento hay 27 profesores asociados", asegura.

David García hace un apunte: "La universidad es un terreno abonado a la autoexplotación. Hay que competir con otros compañeros y con otros investigadores de otras universidades, y al final acabas presionándote tanto que no haces otra cosa más que trabajar". Pulido matiza: "Pero la presión la soporta el que no está fijo".

Sarrión está de acuerdo, pero recuerda que la culpa de todo esto es del Gobierno central, no del rectorado, aunque después hace una corrección: "No hemos tenido rectores pedigüeños. Los últimos no han molestado lo suficiente a la DGA para exigir más, porque la transferencia de Madrid fue baja".

Nacho Pulido está de acuerdo. "A pesar de lo que digan los políticos, Aragón todavía no ha apostado por su universidad, ya que su inversión por alumno es la mitad de la media española. Primero hablemos de dignidad, que después vendrá la calidad".

Se han leído los programas de los tres candidatos, pero son bastante escépticos. "Algunos hablan de estabilidad y de promoción, pero ya veremos", señala Nacho. "Nosotros, los becarios precarios, tenemos una frase para esto: Tanta buena voluntad da asco" .

Sarrión introduce el tema de la docencia. "Hay que hablar más de habilidades y menos de contenidos". Pulido le sigue: "Pero el problema es que no se incentiva la modernización de los métodos docentes". Uno de los problemas que ven es que en la universidad "nadie se responsabiliza de nada". Y sobre la escasa participación en elecciones, Sarrión argumenta: "Estamos hiper-representados en numerosos órganos de gobierno". Para el historiador, la institución es "una mina de oro mal aprovechada". Y Pulido concluye: "Es que los rectorados se dedican a lo urgente, pero siempre postergan lo verdaderamente importante".