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ADRIANA OLIVEROSEn plena negociación sectorial y con el ambientillo más que revuelto, la consejera de Salud, Luisa Noeno, y el presidente del Colegio de Médicos, Celso Mostacero, lograron ayer una tregua para disfrutar en paz y con sonrisa del Día del Colegiado en Zaragoza. No faltaron ironías ni un pequeño rosario de lindezas dedicadas a la responsable de Sanidad. Ni una reveladora foto de ambos al lado de un extintor (por si las chispas). Pero aún así la tregua permitió que los premiados siguieran siendo los grandes protagonistas: Carlos Espinosa Dávila, por los valores humanos que ha demostrado durante tres décadas a cargo del proyecto Gota de Leche de la Hermandad del Refugio; y Rafael Gómez Lus, representando a la Academia de Medicina que preside. Además de Andrés Finestra y Antonio Nicolás, que recibieron una subvención para el proyecto de cooperación en Malawi de la Asociación Wawitai. Merecidos aplausos recibieron todos de una audiencia con mucha autoridad: el presidente del TSJA, Fernando Zubiri (cuyo padre fue, por cierto, secretario de la Academia de Medicina); el rector, Felipe Pétriz; el decano de Medicina, Arturo Vera; Juan Alfaro, de Ibercaja; José Angel Núñez Alvarez, de la Guardia Civil... Y hasta el gerente del Salud, Antonio Brun, médico también, que no dejó sola a su consejera en tan animada velada. A diestra y siniestra se abría un docto panorama de facultativos como Ricardo Malumbres, medalla de la ciudad; García Julián, jefe de servicio del Servet; Cuchi y Gómez Beltrán, académicos también; Bernardo Jiménez, exdirector del antiguo Insalud, Manuel Montañés... Profesionales que se entregaron a la causa del homenaje, junto a miembros de la junta colegial como los doctores Abascal, Caballero, Ferrer, Arazo, Tormo, Lechuga, Royo y De la Figuera. No faltó savia nueva en el solemne evento, gracias a la presencia de los jóvenes y no tan jóvenes que acudieron a recoger sus becas colegiales, como Adriana del Villar, Carlos Lapresta, Carmen Fons, Belén Martínez... Y una veintena más, el 97% de ellos en vaqueros y maripí (y, como diría el famoso portero, "¡un poquito de por favor!"). Así que de su etiqueta se deduce que no acudieron al posterior cenorrio colegial, que se desarrolló en los salones del Boston con barra libre y chachachá. Fue la guinda para una cita que este año estuvo dedicada a Ambroise Paré, padre de la cirugía moderna del siglo XVI. Gran médico que decía aquello de

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