Exagero? Tal vez. Pero díganme una cosa: ¿quién creen ustedes que tiene poder en Aragón? ¿Quizás el presidente Iglesias? Bueno, Marcelino ocupa el primer cargo institucional de la Comunidad y está constantemente en el punto de mira de los medios y de la opinión pública, sí; pero ha de templar gaitas en sesiones de mañana, tarde y noche. Está condicionado (y mucho) por el Gobierno central, por el PAR, por la organización zaragozana del PSOE, por los poderes fácticos de la región (¡vaya!), por la extraordinaria levedad de sus posibilidades financieras... Y qué me dicen de su equipo: Biel (siempre acotando sus propias parcelas de micropoder), Bandrés (embebido en sus penurias presupuestarias) y la sonriente Almunia (especialista en apagar conflictos sobre la marcha, que la llevan a Canfranc y ya no arden ni los fósforos). Todo el conjunto me parece a mí un poco tente mientras cobro . Luego queda otra duda: ¿cuánto pinta Iglesias (como presidente aragonés y como dirigente socialista) en los decisivos circuitos madrileños . ¿Por qué no sale su monigote en los guiñoles del Canal Plus?

¿Tiene poder Belloch, que necesita de otros para pagarse la Expo? ¿Y el cabecilla del PP aragonés, Alcalde, cuya única función política es aplaudir a sus jefes cuando vienen de la capital a tomarnos (a él también) el pelo? ¿Manejan verdadero poder nuestros cargos públicos? No sé, no sé.

Claro que en Aragón hay personajes poderosos, sin duda. Sólo que están en un lugar inaccesible e ignoto, reservado y especialmente protegido de toda intromisión. A don Manuel Pizarro, presidente de Ibercaja y de Endesa, sin duda el aragonés más relevante en estos momentos, no le mencionan ya (aunque sea para bien) ni los medios de comunicación participados por su caja (que son muchos e importantes). Don Angel Luengo, el hombre (dicen) más acaudalado de Aragón y el mayor propietario de suelo en el término municipal de Zaragoza, es un perfecto desconocido para la opinión pública y de sus decisiones (por ejemplo de las relativas al control de sus empresas y a su testamento) apenas se ha dicho algo en los diarios.

Curiosa situación: quienes tienen de verdad vara alta (y dinero) permanecen entre bastidores, mientras los políticos han de salir a dar la cara y a recibir bofetadas mediáticas por un quítame allá esos gastos de representación.

(Continuará).