La poesía contemporánea no rima. Esto es una realidad, que a unos gustará más y a otros menos. Como todo. Sin embargo, esa renuncia no evita que un buen puñado de vecinos del barrio de la Jota se unan un domingo (de puente) en un bar para escuchar, declamar versos, beber unas cervezas y colaborar con una oenegé. Aunque parezca un plan navideño la iniciativa trasciende de lo circunstancial: una sana irreverencia preside el acto. Suele afirmar Julio Donoso, uno de los recitadores: «Solos ante la intemperie / como tantas veces lo estuvieron los profetas».

El Punto y Seguido comenzó su andadura el pasado mes de octubre. Esta es su primera actividad de este tipo en la nueva encarnación y la propietaria, Ana María Pimpinela, se muestra nerviosa. «Me encanta la poesía, por eso es una buena forma de comenzar», asegura. La respuesta del público ha sido adecuada. Como lo es la estupefacción general que se produce cuando su pareja hinca la rodilla en tierra poco antes de comenzar el acto y le pide matrimonio. Un gesto clásico en medio de artistas acostumbrados a la transgresión. Primero suena un «¿eh?» extrañado. Luego un aplauso general. «Solo ha faltado un poema», se escucha.

«Somos nadadoras»

Los poetas, poco después, se suceden en el rincón que sirve como escenario. «La historia tiene que empezar a contarse con a: no somos sirenas, somos nadadoras», recita Cris Manso. La poesía contemporánea no rima, pero casa con complementos como unas gafas de buceo, o con un batín, o con unas orejas de gato en forma de diadema. En la barra, churros, croquetas, unos boquerones. En la tele, con el volumen al mínimo, un partido de fútbol. Algunos poetas llevan libreta, pero la mayoría guardan sus versos en el móvil.

Coordinados por Daniel Gómez, el acto tiene algo de reunión de amigos. La escena poética zaragozana está en ebullición, con citas fijas en el calendario. «Cuando nos ceden un bar acudimos, cada vez hay más gente escuchando y escribiendo», reconoce.

En esta ocasión destacan que han acudido como «ciudadanos anónimos», con el objetivo de que prime el fin de recaudar alimentos. Amigos y familiares aparecen con bolsas de supermercado llenas de productos, desde el arroz a la salsa de tomate. Se acumulan en una mesa a la entrada del local. «No se está buscando ningún otro tipo de mérito», indica Pimpinela.

Estos productos para «las familias necesitadas», así, en genérico. Irán destinados a la oenegé Solidariaonline, con varios locales en toda la ciudad. Son conocidos sus rastrillos, organizados para fomentar la recuperación de viejos materiales. Según cuentan, con su labor atienden a más de 350 familias en situación precaria y reparten meriendas infantiles en zonas desfavorecidas como San Pablo o Delicias. También contemplan la orientación a las familias para que su situación mejore a través de la colaboración con otras entidades sociales. Y ejercen como asesores a la hora de tramitar papeleo. «Intentamos hacer cosas durante todo el año, estamos cansados de esa idea de que solamente se puede ser bueno durante la Navidad», afirman los fundadores de la entidad, David Juan y Quique Hernández.

Versos y copas de vino

Los versos en el bar son cálidos. El festival está en su séptima edición. Las copas de vino se acumulan en las mesas. Las horas, la falta de luz y el frío del exterior contribuyen a ello. Son resistencia frente a los embates de la marginalidad. «Algo caía en el silencio / mi última palabra fue yo / pero me refería al alba luminosa», cita Gómez a Alejandra Pizarnik. Refugio podría ser la palabra clave del encuentro. De hecho, en Solidariaonline destacan que están trabajando en un proyecto para mejorar la vida de los mayores en soledad.

El Punto y seguido busca consolidarse como referente social en el barrio. En Nochevieja pretenden montar una última comida del año en la que arropar a familias necesitadas. Y quieren seguir llenando de música, recitales y conferencias el local. Creen que hace falta en el barrio, pues parece que este tipo de ambientes solo se pueden encontrar en el centro. Además, prometen que la cocina es de primer nivel. El menú solo cuesta 12 euros.