Jornada clave la que ayer se vivió en la Audiencia Provincial de Zaragoza en el juicio del conocido como crimen de los tirantes. Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) explicaron al jurado popular que Rodrigo Lanza atacó a Víctor Laínez por la espalda y que le remató en el suelo. De esta forma, estos funcionarios públicos con más de 30 años de experiencia descartaron la posible condena por homicidio, dejando solo la opción del asesinato.

Una conclusión que presentaron en una vista a puerta cerrada, después de la defensa de Rodrigo Lanza, el letrado Endika Zulueta, así lo pidiera para, según argumentó, «evitar el morbo»; consiguiendo con ellos que los medios de comunicación no pudieran estar presentes e informar. El magistrado presidente del tribunal popular, José Ruiz Ramo, lo acordó, después de que los once miembros del jurado consideraran que querían conocer el informe forense de forma privada. Se opusieron las acusaciones, ejercidas por la fiscala Ana Cabezas; el abogado de la familia de la víctima, Juan Carlos Macarrón; y el diputado de Vox David Arranz, que ejerce la acción popular en nombre de este partido.

TRAUMATISMOS EN PLURAL

Según fuentes jurídicas consultadas por EL PERIÓDICO, los forenses que realizaron la autopsia a Laínez explicaron que no falleció como consecuencia del primer golpe que Lanza le dio por detrás, en la zona más cercana al oído, y que le hizo caer al suelo, sino por los traumatismos, en plural, que sufrió la víctima. Los puñetazos y patadas que Lanza le dio a la víctima cuando estaba noqueada fueron determinantes para el fatal resultado.

También aseveraron, según estas mismas fuentes, que Lanza empleó un «objeto romo y redondo» para agredir a Laínez. Consideraron que pudo haber sido, ya que nunca se encontró, un mosquetón, ya que hace el mismo efecto que un puño americano. Para llegar a esta afirmación, los especialistas del IMLA resaltaron el tipo de heridas en la piel que presentaba la víctima y, curiosamente, las que no tenía Lanza, puesto que consideraron que se hubiera destrozado la mano si no hubiera usado ningún tipo de arma durante la agresión. Unas explicaciones que realizaron apoyados con una presentación fotográfica que generó la polémica y con la cabeza de un maniquí y un mosquetón con los que representaron la brutal agresión.

Por otro lado, una miembro de la Brigada de Policía Científica de la Jefatura Superior de Policía de Aragón localizó el cuerpo de Víctor Laínez lejos de la puerta del bar El Tocadiscos de la capital aragonesa, descartando así también la versión de Lanza de que todo se produjo en la entrada y en defensa propia porque Laínez esgrimía una navaja. Un arma blanca que tampoco encontró esta agente en la inspección del local de 120 metros cuadrados.

Propuesto por la defensa de Rodrigo Lanza, el abogado Endika Zulueta, declaró el psicólogo contratado por la madre del encausado, Mariana Huidobro, para atender a su hijo en el interior de la prisión. Este especialista afirmó que Lanza es «una persona pacífica y tranquila». Otra de las testigos de la defensa, la compañera de Lanza en el restaurante en el que trabajaba, añadió que el encausado le pidió trabajar en cocina y no sirviendo mesas por el dolor que tenía en la mano, si bien aseguró que este no sabía que Laínez estaba en muerte cerebral. Mañana continúa el juicio con los psiquiatras forenses.