En estos momentos de perplejidad e incertidumbre ante la falta de acuerdos políticos, que faciliten la necesaria gobernabilidad, conviene recordar que ni los empresarios grandes o pequeños, ni los autónomos, ni los trabajadores, ni la sociedad en general, aceptan ni entienden que quienes han sido elegidos para gobernar nuestras instituciones, se dediquen a mercadear con sus escaños y sus votos, pensando solo en obtener cargos y prebendas.

Los empresarios, grandes o pequeños, saben lo que es luchar, negociar, pactar y ceder para sacar adelante sus negocios y sus empresas, creando empleo y riqueza para, entre otras cosas, pagar impuestos con los que atender a las necesidades y servicios de un Estado moderno y eficaz. Impuestos que no son pocos y que totalizan el equivalente a medio año de trabajo de los españoles.

Los cuantiosos recursos que genera el sistema tributario español, se ponen en manos de unos políticos a los que se supone honradez y capacidad suficiente, para que los administren adecuadamente, buscando la eficacia y la equidad necesarias para mejorar las condiciones de vida y el progreso de los españoles, pero no sólo ponemos en sus manos recursos materiales, también depositamos nuestra confianza política, presuponiéndoles una altura de miras y una vocación de servicio que, me temo, están defraudando.

No entro en matices ideológicos ni en estrategias de partido, eso a la ciudadanía le importa muy poco; tampoco interesan demasiado las venganzas políticas ni los hermanamientos contra natura, ni las fobias excluyentes teatralizadas sin más argumento del no porque no; lo que sí importa es la repercusión que esta situación de incertidumbre puede tener y está teniendo, en la economía, en el consumo, en el ahorro, en las contrataciones, en las inversiones paralizadas, etc. etc., en definitiva. en todo lo que facilita el normal desarrollo de la sociedad.

Son muchos e importantes los retos que tiene planteados España: la educación, la sanidad, la despoblación, la digitalización, el aseguramiento del sistema de pensiones, la inmigración, la capacidad para afrontar los problemas dimanantes del brexit, de la Unión Europea, del mercando internacional, etc. etc. y ante todos ellos, ofrecemos el espectáculo de nuestra incapacidad política para negociar acuerdos que garanticen una gobernabilidad seria y coherente.

Algunos están olvidando que la historia siempre pasa factura, y en las próximas elecciones tendrán que responder por sus insensatas incoherencias.