En cuestión de tres o cuatro años, el porcentaje de ocupación de las residencias juveniles se ha incrementado hasta tal punto que las instalaciones de Baltasar Gracián en Zaragoza y Ramón y Cajal en La Almunia de Doña Godina, gestionadas ambas por el Gobierno de Aragón, están actualmente al 100% de su capacidad. Según informa el Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ), la de Zaragoza, además, registra cerca de 60 personas en lista de espera que no tienen cabida en las 145 plazas que oferta el centro, mientras que en La Almunia no se ha quedado nadie fuera, pero la totalidad de las 48 plazas disponibles han sido ocupadas. Aproximadamente el 30% de los solicitantes se quedan sin poder ocupar una habitación.

Ambos espacios se ofertan durante todo el curso, es decir, desde la primera quincena de septiembre hasta el mes de julio, cuando concluyen los exámenes finales. Está incluido el alojamiento durante toda la semana y la manutención de lunes a viernes (es decir, el desayuno, la comida y la cena), aunque los fines de semana se ofrece también el desayuno. Para Adrián Gimeno, director del IAJ, está siendo una «experiencia muy positiva»: la tasa de ocupación se ha ido incrementando progresivamente desde 2016, cuando era de un 55%, hasta alcanzar la totalidad, unas cifras que contrastan con los años anteriores, 2014 y 2015, que fueron de continuo descenso.

TODAS LAS VENTAJAS

Al principio de la etapa universitaria, los alumnos suelen hacer uso de este tipo de instalaciones al no tener aún relación con sus compañeros de clase. Sin embargo, según explica Gimeno, lo normal es que «pasen los primeros uno o dos años en la residencia y después hagan amistades y se trasladen a un piso», aunque también hay gente que pasa todos los años que duran sus estudios allí. Sin embargo, en estos centros cuentan con todas las instalaciones necesarias, ya que disponen de comedor, salas comunes con televisión, salas de juegos o incluso espacios habilitados para ensayar música en el caso del centro zaragozano, donde además se pretende abrir este curso una nueva sala de estudio que se sume a las ya existentes. En definitiva, todas las comodidades necesarias para estar como en casa.

A pesar de que siempre hay movimiento y variaciones de última hora, desde el Instituto Aragonés de la Juventud esperan que, aunque haya renuncias por repetición de la selectividad o por cambios en la elección de los estudios a cursar, se sigan ocupando todas las plazas con las listas de espera, decenas de jóvenes para hacer de las residencias de estudiantes una de las opciones más apropiadas y demandadas para iniciar el curso universitario.