Hace diez días que el característico chirrido que marca el inicio de la jornada laboral para quienes suben las persianas de sus establecimientos ya no se escucha. Los trabajadores autónomos que madrugaban cada día para abrir sus puertas y ofrecer sus productos y servicios a la ciudadanía, aguardan en casa, con la calculadora en una mano y el calendario en la otra. Más de 100.000 autónomos en Aragón esperan con incertidumbre que pase esta crisis sanitaria que ya es, para la mayoría de ellos, económica. Con un nudo en el estómago, hacen cuentas sobre si tendrán que presentar un ERTE o si los ingresos obtenidos en los primeros días de marzo bastarán para cubrir la retahíla de gastos fijos que todos ellos afrontan. Se trata de uno de los principales colectivos damnificados por la crisis del coronavirus y siguen reivindicando más ayudas, complementarias a las anunciadas por el Gobierno.

Encargos anulados repentinamente, pedidos que terminan en la basura y facturación en caída libre han inundado, desde los inicios del confinamiento, los hogares de incertezas acerca de cuál será el impacto real del parón para las economías domésticas. EL PERIÓDICO ha hablado con varios trabajadores autónomos, de distintos sectores, para conocer cómo está afectando a sus negocios esta crisis sanitaria.

JESÚS NAVARRO, gerente de Yodaflor

JESÚS NAVARRO, gerente de Yodaflor«Tenemos que tirar toda la flor, faltó previsión»

Jesús Navarro, gerente de Yodaflor, un almacén de flor natural ubicado en la calle Obispo Tajón de Zaragoza, lamenta que la «improvisación» y la «tardanza» a la hora de tomar medidas por parte de los responsables políticos le han supuesto importantes pérdidas económicas. «Hemos recibido género y nadie nos había avisado de que se cerrarían las tiendas. Si se hubiera planteado un cierre paulatino, o hubieran dado unos días de margen, habríamos cancelado pedidos y no habríamos tenido que asumir una pérdida económica tan importante», explica Navarro, que ha tenido que tirar a la basura los últimos dos camiones de flor natural que recibió desde Holanda y América Latina.

«Nuestros pedidos de flor vienen de muy lejos, de modo que tardan entre dos y tres días a llegar, por lo que habríamos necesitado una mayor previsión para amortiguar las pérdidas», explica. Para esta semana ya no han efectuado ningún pedido, pero tampoco reciben encargos de sus habituales clientes. «Es un daño importante, porque marzo y abril son meses clave para nuestro sector, con el Día del Padre, las Fallas, y, sobre todo, la Semana Santa», añade. Ni siquiera abastecen a las floristerías para los funerales, que han quedado limitados a pequeñas ceremonias. Tampoco se celebran bodas, ni eventos.

«Entendemos que es una causa de fuerza mayor, pero podrían haber actuado con mayor previsión», señaló el responsable de Yodaflor. En su establecimiento cuenta con tres trabajadores y otro a media jornada. Y recuerda que todo ello recae sobre el autónomo: «Los salarios, los seguros sociales, la luz, la hipoteca, la cuota... seguiremos pagando todo, pero sin tener facturación». Y lamenta que «el principal problema es que no sabemos qué pasará después». Lo peor, insiste, es la incertidumbre: «No se puede mantener un negocio así, sin saber los plazos. Ahora han dicho quince días, pero seguro que después se alarga porque nadie sabe a qué situación nos enfrentamos».

CRISTINA FERRANDO, propietaria de Flores Trébol

CRISTINA FERRANDO, propietaria de Flores Trébol«Los ingresos de marzo no llegan ni para gastos»

En el mismo sector, pero en la venta al público, trabaja Cristina Ferrando, propietaria de la floristería Flores Trébol, en el zaragozano barrio del Actur. Además, se ha visto afectada por el decreto en una doble vertiente: tenía previsto casarse el sábado 21 de marzo, pero decidió posponerlo ante las restricciones en la celebración de eventos. «Las flores, todas las plantas de exterior y sobre todo la cancelación de eventos como las bodas nos afecta mucho», asegura esta zaragozana que recuerda que las pérdidas incluyen «no solo lo que dejas de ingresar, sino todo el material en el que has invertido y que vas a perder porque la flor fresca, evidentemente, no aguanta más de una semana».

Ferrando recuerda que tener la persiana bajada complica la viabilidad de cualquier negocio. «Tenemos los mismos pagos fijos: la cuota de autónomos, el alquiler del local, los gastos de electricidad y teléfono, los pagos a proveedores... Cuando tienes ingresos puedes hacerle frente, pero si no, es muy complicado», reconoce.

No obstante, subraya la implicación de los autónomos para salir de esta crisis. «No es un disgusto cerrar porque sabemos que hay una causa de fuerza mayor: lo primero es la salud, la nuestra, la de nuestros clientes y la de toda la ciudadanía, y a ello tenemos que contribuir», reflexionó.

Pero las cuentas no salen: «Los ingresos que tuvimos en los primeros días de marzo no llegan ni de lejos para cubrir los gastos», y lamenta que las medidas propuestas dejen fuera a las floristerías. «Estamos analizando todo con la gestoría, pero parece que somos negocios de primera necesidad, aunque no tenemos clientes y la inmensa mayoría estamos cerrados», denunció la propietaria de Flores Trébol. H

MIGUEL ÁNGEL SALINAS, gerente Grupo Canterbury

MIGUEL ÁNGEL SALINAS, gerente Grupo Canterbury«Con 100 empleados, la situación es crítica»

Los bares y restaurantes afrontan el cierre con preocupación, al coincidir también con una habitual temporada alta de turismo. Miguel Ángel Salinas, gerente del Grupo Canterbury, que cuenta en Zaragoza con varios establecimientos (la cafetería y pub Canterbury, la cafetería restaurante Veltins Arena en La Almozara y el restaurante La Cava, en el Actur) tiene 103 trabajadores a su cargo y afirma que «lo primero es velar por la seguridad de empleados y clientes». Sin embargo, admite, «ahora lo que también preocupa es la viabilidad de las empresas». «Te llegan recibos del mes anterior a los que tienes que hacer frente, y también los empleados están preocupados», reconoció.

Una de sus principales inquietudes está en poder mantener la plantilla o acogerse a un ERTE de los impulsados por el Gobierno, y poder afrontar los gastos fijos sin ningún ingreso. «Tengo que hacer frente al alquiler de cuatro establecimientos, todas las facturas... Nos habría gustado que incluyeran medidas como en Francia, donde les quitan a los autónomos el pago del alquiler, la luz y el agua mientras dure esta crisis», señaló. Y en cuanto a otra de las medidas estrella del Ejecutivo, la puesta en marcha de créditos para garantizar la liquidez de las empresas, recordó que «aunque es una ayuda necesaria, al final ese dinero hay que devolverlo, y si no tenemos ingresos, la cosa se complica».

Como la mayoría de autónomos, manifestó su preocupación por si la situación se alarga más de lo previsto: «Estoy seguro de que nos va a perjudicar a futuro, y lo que hay que intentar es preservar las empresas para que no tengamos que despedir a nadie».

En sus restaurantes hubo que tirar comida y las cancelaciones de los clientes llegaron como «un aluvión», en solo unas horas, con el anuncio del estado de alarma. «Creo que el gabinete científico no lo ha hecho bien. Teníamos el ejemplo de China, pero no lo quisimos ver», lamenta.

JAVIER ROMEO, fotógrafo

JAVIER ROMEO, fotógrafo«El trabajo se ha reducido a cero»

Sin eventos, tampoco hay actividades que fotografiar. Y las instituciones han reducido a la mínima expresión su actividad cultural y social. Javier Romeo es fotógrafo, especializado en fotografía industrial, de productos para catálogos, así como documentación arqueológica y fotografía de obras de arte y exposiciones. Aunque la cancelación de bodas -que preocupa en su sector- a él solo le afecta de soslayo, la «paralización absoluta de toda la vida social y cultural del país ha hecho que mi trabajo baje a cero», explicó. «Ahora paso los días editando vídeos pendientes, pero en lo referente al trabajo diario, se ha cancelado todo», lamenta. Y, como no se cansan de repetir los trabajadores autónomos, aunque los ingresos sean «cero», se mantienen los gastos fijos: «El pago del alquiler, la luz, el agua y la cuota de autónomos no se suspende». Y espera poder acogerse a las ayudas planteadas por el Gobierno.

En su caso, espera poder recuperar los trabajos pendientes, que sean «pospuestos y no cancelados». Aunque reconoce que cuando salgamos de esta, la situación tampoco será sencilla: «Habrá que readaptar fechas, revisar peticiones... Y me temo que terminaremos cancelando algunos proyectos», lamentó.

GABI GARCÍA, psicóloga

GABI GARCÍA, psicóloga«El coronavirus ha sido un parón en seco»

«Actualmente trabajo como psicóloga infanto-juvenil, donde el coronavirus ha supuesto un parón en seco: mi facturación ha bajado en un 90%. Hasta el martes de la semana anterior tuve a todos los críos sin problema, pero a partir del viernes empezaron las cancelaciones: de unos nueve pacientes, solo una niña quiso seguir haciendo visitas telemáticas. Evidentemente le cobro menos a los padres porque el servicio on line no es lo mismo que presencial». Y reconoce que «solo con el trabajo de autónoma los números no me dan para nada, ni para alquiler y comida; por suerte, también trabajo por cuenta ajena en un centro de personas mayores que me permite cubrir necesidades básicas. En principio cobraremos igual; si no, sí que estaría bien fastidiada y me vería obligada a tirar de ahorros», explicó.

JOSÉ ANTONIO GINÉS, mecánico

JOSÉ ANTONIO GINÉS, mecánico«¿Quién va a arreglar los coches ahora»

«He tenido que cerrar el taller que tengo porque en este sector o cierras o no tienes nada que hacer: el suministro de piezas ha parado y el gremio de talleres ya nos ha informado de que todo el mundo está cerrando. Dejo de facturar pero sigo teniendo gastos fijos: la cuota de autónomos, el IVA trimestral, el consumo del material de reparaciones... por no hablar de los gastos de casa, donde sólo entra mi sueldo», explica este mecánico. Y lanza una pregunta casi sin respuesta: «Si cerramos todos los talleres, ¿quién va a arreglar los coches de taxis, ambulancias o transportistas? A mí esto ya se me está haciendo largo».

Y no será el único que tiene ganas de volver a escuchar ese sonido metálico, ese chirrido a veces, que marcaba el inicio de la jornada laboral. Pero vencer al coronavirus también es resistir con la persiana bajada.