La Cátedra Zaragoza Vivienda centra su estrategia 2020-2023 en el objetivo de proponer programas de acción vinculados a la transición ecológica y digital en materia de vivienda con especial énfasis en la renovación o mejora de la eficiencia energética en los edificios, el nuevo reto que va a afrontar el sector de la edificación y para el que serán decisivos los próximos 10 años. Esta fue la idea principal sobre la que giró ayer la I Jornada sobre Edificios Inteligentes, organizada por la Cátedra Zaragoza Vivienda de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) y el Ayuntamiento de Zaragoza. El programa contó con un amplio panel de expertos locales que expusieron destacados proyectos que ya se están impulsando desde el campus aragonés. Además, el acto tuvo al rector de la Universidad de Zaragoza, José Antonio Mayoral, acompañado por el director gerente de la Sociedad Municipal Zaragoza Vivienda, José María Ruiz de Temiño, el director de la EINA, José Antonio Yagüe, la directora de la Cátedra Zaragoza Vivienda, Belinda López Mesa y el subdirector de infraestructuras, Enrique Cano.

La modernización de la eficiencia energética de los edificios a través de la digitalización es una de las grandes revoluciones que llegará al mundo de la edificación en los próximos años, impulsada desde las directivas europeas, el Pacto Verde de la Unión Europea y los planes de recuperación europeos. El objetivo es conseguir la gestión integral de las instalaciones de forma remota, el uso de las energías renovables y la implantación de los sistemas de carga de vehículos eléctricos.

En un futuro, los edificios van a tener un papel muy importante «no solo porque son responsables del 40% del consumo energético en Europa y del 36% de las emisiones de CO2» como explicó López Mesa, sino porque son una infraestructura «de gran valor en la transformación del sector eléctrico». En este sentido, los edificios podrán generar energía para el autoconsumo y acumular y alojar en sus aparcamientos a otros de los grandes consumidores de energía como son los vehículos. «Para ello no solo van a descarbonizarse sino que se van a digitalizar y a hiperconectar y para ello va a ser necesario que reduzcan su demanda energética, electrifiquen la demanda e integren energías renovables», explicó López Mesa.

Esta jornada puso de manifiesto el alto interés del Ayuntamiento de Zaragoza, así como de la Universidad de Zaragoza, de impulsar la digitalización y la eficiencia energética en el sector de la edificación en la capital aragonesa. Temiño hizo hincapié en la importancia de una mayor colaboración entre ingenieros y arquitectos debido a que «es el gran futuro». En este sentido, puntualizó que los cuatro ejes más importantes son «la industrialización, la eficiencia energética, la digitalización y la descarbonización».

Otro punto importante es la ciberseguridad, pieza clave en estos edificios y donde Mayoral aseguró que la Universidad de Zaragoza pronto aportará noticias al respecto ya que «debe de ir ligado a estos edificios inteligentes, que serán más susceptibles de mejorar nuestra calidad de vida pero que también tendrán vulnerabilidades».

Universidad

Durante la inauguración del seminario, el rector de la Universidad de Zaragoza, José Antonio Mayoral, destacó que cuentan con edificios que ya son modelo de esta nueva visión. Muchas de las ponencias de la jornada pusieron sobre la mesa el potencial de los edificios universitarios como laboratorio experimental para configurar un campus inteligente y energéticamente neutro. Es el caso de la ponencia del profesor e investigador Roberto Casas, que explicó el ejemplo de la monitorización realizada en el campus Ríos Ebro a través del proyecto Laboratorio SensoriZAR, por el cual se han instalado sensores para integrar todas las tecnologías y monitorizar las aulas para medir, tener una visión global y adoptar medidas.

Ventilación inteligente

La ventilación inteligente a través de los sistemas de climatización será clave en los edificios del futuro, sobre todo en aquellos con una gran ocupación como pueden ser las aulas escolares debido a que permitirá controlar el caudal del aire necesario según la información de dióxido de carbono.

Javier Ballester, catedrático de Mecánica de Fluidos asegura que «si hay inteligencia, instalaciones, sensores y medios para procesarlo, se pueden hacer muchas cosas». El problema es que la realidad «es muy distinta» y queda reflejada en esas zonas con una ocupación muy alta.

Ballesteros es investigador del proyecto Aireamos, que nace para trabajar temas relacionados con las diferentes medidas de prevención para reducir las transmisiones del covid. «Desde este proyecto hemos prestado atención a las aulas, que no cuentan con inteligencia y no hay más ventilación que las ventanas», explica Ballesteros, que asegura que llevan meses intentando ofrecer una información y unas recomendaciones claras al respecto. «En un principio se decía que cuanto más mejor pero nosotros insistimos en que es suficiente con una apertura pequeña y diferentes ventilaciones».

Además, Ballesteros hace hincapié en que aún hay mucha confusión sobre este tema y que es realmente importante informar y formar sobre los medidores, única herramienta ahora mismo para poder controlar los niveles de dióxido de carbono.