El cantautor, escritor y periodista Joaquín Carbonell recibió la medalla al Mérito Cultural del Gobierno de Aragón. Un galardón que «colma todas mis ambiciones», afirmó, agradeciéndolo con uno de sus temas, De Teruel no es cualquiera. Allí, en Alloza, nació, y en la provincia el profesor José Antonio Labordeta le inyectó «el veneno de la cultura», truncando así una prometedora carrera en la hostelería, según recordó jocosamente. Al reprocharle al maestro que «hoy sería dueño de una cadena de hoteles», este le replicó que no era un desgraciado, sino «un pringao, como yo».

Carbonell, trabajador de EL PERIÓDICO hasta que se jubiló, recordó sus inicios en Teruel, con unos profesores que les introdujeron a Georges Brassens, Shakespeare o Cervantes, entre otros muchos. Así se fue convirtiendo en artista, un «oficio disparatado» en el que siempre se ha considerado «un intruso», aseguró. Pero 50 años después de su debut en el Teatro Marín de Teruel, 150 canciones en 15 discos después, ayer recibió un reconocimiento de Aragón por ssus méritos culturales.

La cultura, afirmó, «además de fuente de ingresos, alimenta al individuo y enriquece a la sociedad», constituyendo «el escaparate más brillante» de una sociedad, como ejemplificó en Aragón en las personas de Buñuel, Goya, Gracián o María Moliner, entre otros. «Nuestro mayor obstáculo es que somos pocos, porque sin consumidores de cultura, solo crece el desierto», lamentó.